29. La rosa

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—¿Estás segura de lo que vas a hacer? —preguntó David a medida que íbamos subiendo las escaleras de la entrada principal de la escuela.

Quedaba menos de una semana para los trimestrales, el momento que llevaba tanto tiempo ansiando.

Aun no sabía a qué universidad quería ir y por eso me esforzaba tanto en sacar buenas notas. Para que eligiese la que eligiese pudiera entrar.

Sabía que tenía que entregar mi lista de universidades preferentes a secretaría el mismo día de los trimestrales. Eso significaba que tenía menos de una semana para elegir a qué universidad quería entrar.

—Kristen, ¿estás segurísima? —Carolina insistió, apoyada por David.

Estaban hablando de mi decisión de decirle a Lucas que lo que pasó el otro día no se podía repetir, que fue un error.

—Nunca sale nada bueno de estar con chicos como Lucas—dijo Sandra—Yo estoy orgullosa de que haya elegido a Dan, es la mejor opción.

Ahora no quería estar con nadie, solo estudiar. Pero una vez terminados los exámenes Dan era la opción acertada.

Era inteligente, detallista, me dibujaba como a su musa, se emocionaba al verme y me escribía poemas. Era mi chico ideal con el que siempre había soñado.

Estaba hecho a medida para mí.

Entramos en la escuela y fuimos hacia nuestras taquillas.

—¿Esa no es Sara llorando? —Carolina señaló hacia la izquierda.

Sara estaba llorando enfrente de su taquilla al lado de Melany, Lidia y Rosa, las cuales le preguntaban qué le ocurría.

Con los fuertes llantos de Sara, sus amigas no entendían lo que decía. Ella solo levantó la cabeza y señaló en mi dirección.

Me señaló a mí.

¿A caso ella sabía que había besado a su novio?

—Tenemos que hablar—Lucas me cogió de la muñeca y me giró hacia él.

En ese momento me di cuenta que Sara no me estaba señalando a mí, sino a él.

Lucas me agarró la mano y me, literalmente, arrastró hasta el pasillo de las taquillas de los chicos de un curso menos que nosotros.

—¿Has cortado con Sara? —fue lo primero que pregunté y él asintió.

—No quería hacerle más daño de lo que ya le había hecho, nuestra relación fue una idea horrible.

Aunque una parte de mí se alegraba que ellos dos no estuvieran juntos otra parte de mí me decía Él no es capaz de llevar una relación seria. No ha aguantado ni dos días sin besar a otra.

Aunque esa otra hubiera sido yo.

—Deberías estar concentrándote en los exámenes de la semana que viene en vez de ir de flor en flor—le dije. Las palabras salían de mí sin pensar, solo podía pensar que estaba dolida ante la idea que una relación con Lucas nunca podría terminar bien—Nunca vas a ser capaz de tener una relación. Mírate. Ni tan solo lo intentas. Además, ¿quién querría estar con alguien tan mezquino como tú? Alguien que besa a la novia de su mejor amigo, alguien que dice tener novia y besa a la primera persona que encuentra.

—¿Así es como me ves? —yo asentí—Pues llevas razón porque así soy yo.¿Pensabas que sentía algo por ti? —rio y mi corazón se asustó, esas palabras me estaban haciendo daño. —Pues te equivocabas, solo te he estado utilizando porque, como tu has dicho, soy una horrible persona.

Esas palabras me helaron la sangre pero mi orgullo estaba por encima.

—Bien—respondí.

—Bien—contestó él.

—Vale.

—Vale.

Me giré y volví andando hacia mi taquilla en la cual estaban todos mis amigos esperando a que les contara lo que había sucedido.

—¿Cómo ha ido? —preguntó David.

Cerré los ojos y una lágrima cayó por mi mejilla.

No me dio tiempo a contestar sus preguntas porque vi a Manu pasar por nuestro lado.

Ahora era mi turno de hacerle a Lucas el mismo daño que él me había hecho a mí.

Me acerqué a Manu y le susurré a la oreja 

Lucas besó a tu novia Mel.


Narra Lucas

(unos minutos antes)

Estaba muy nervioso, había cortado con Sara por Kristen y hoy se lo iba a decir.

No estaba preparado para mantener una relación seria con Sara, pero sí con Kristen.

Durante estos meses la había ido conociendo más y, aun sin saber cómo, me había enamorado de ella.

Saqué una pequeña rosa de mi bolsillo y sonreí.

Hoy me iba a declarar a Kristen.

Lo había planeado todo: primero le confesaría mi amor por ella, luego le daría la rosa y después la cogería de la mano todo el día.

Me daba igual lo que pensaran mis amigos y todos los demás.

Ella era con quien quería estar.

Entré de nuevo en la escuela para comprobar si ya había llegado y la vi en nuestro pasillo junto a sus amigos.

—Tenemos que hablar—La cogí de la muñeca y me la llevé a un lugar con menos gente.

Ya estaba suficientemente nervioso como para que encima todo el mundo me mirase.

—¿Has cortado con Sara? —Kristen preguntó y yo asentí.

—No quería hacerle más daño de lo que ya le había hecho, nuestra relación fue una idea horrible. —intenté explicarle mientras sacaba la rosa de mi bolsillo.

Había llegado el momento de decirle cuánto la quería.

—Deberías estar concentrándote en los exámenes de la semana que viene en vez de ir de flor en flor—me dijo Kristen y yo escondí la pequeña rosa de nuevo—Nunca vas a ser capaz de tener una relación. Mírate. Ni tan solo lo intentas. Además, ¿quién querría estar con alguien tan mezquino como tú? Alguien que besa a la novia de su mejor amigo, alguien que dice tener novia y besa a la primera persona que encuentra.

Apreté los puños tan fuertemente en mis bolsillos que rompí la rosa por la mitad.

—¿Así es como me ves? —Kristen asintió—Pues llevas razón porque así soy yo. ¿Pensabas que sentía algo por ti? —reí, reí de impotencia y rabia por sus palabras—Pues te equivocabas, solo te he estado utilizando porque, como tú has dicho, soy una horrible persona.

Quería romper una pared en ese momento.

—Bien.

—Bien.

—Vale.

—Vale.

Y se fue.

Yo me giré y tiré lo que quedaba de la rosa en la primera basura que encontré.

Alerta EmpollonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora