31. El día que escupí un bombón

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Hoy era el peor día de mi vida.

Me había quedado todo el día en casa con la excusa de tener que estudiar para los trimestrales pero la verdad era que no quería ir a la escuela.

No quería ver a Sara llorar, no quería ver a Manu y Lucas peleándose, no quería que Melany me intentara asesinar...

Pero eso no era lo peor: tenía una cena con el chico que más odiaba, Lucas.

—Ya era hora que nos presentases a ese tal Lucas. Últimamente ibas mucho a su casa—mi madre estaba terminando de cocinar la sopa y el pollo que había preparado para la cena—Aunque tengo que admitir que no me esperaba que lo invitaras a cenar, eso no es propio de ti.

Aun no entendía por qué había accedido a organizar una cena para que conociera a mi padre. Tal vez una parte de mí se sintiera culpable por haber arruinado su amistad con su mejor amigo.

Aunque su amistad se había arruinado en el momento en que Lucas y Melany se besaron.

Tal vez me sintiera culpable por haberle dicho mezquino y por haber dicho que no era capaz de tener una relación seria. Pero estoy segura que a él eso no le importaba porque solo se estaba aprovechando de mí.

*Ding dong*

Era él.

—Kristen ve a abrir a los invitados. Yo iré a llamar a tu padre—mi madre se quitó el delantal y empezó a llevar cosas a la mesa.

Era el momento de afrontar la realidad.

Era el momento de abrir la puerta al chico que solo me usaba para entrar en la universidad.

—Adelante—abrí la puerta y vi a Lucas con un traje negro. Llevaba una botella de vino en una mano y unos bombones en la otra.

—No te ilusiones, no son para ti. Son para tu madre y tu padre—cortó en seco antes de que pudiera decir "hola".

Busqué su mirada, pero sus ojos huían de los míos. Era como si a cada palabra que pronunciaba el abismo que nos separaba se hacía más grande.

Estábamos tan cerca, pero era como si estuviésemos tan lejos el uno del otro.

—¿Qué tal las cosas con Manu?

Al escuchar mi pregunta los músculos de Lucas se tensaron y en unos segundos se volvieron a relajar.

—Sigue sin hablarme—se encogió de hombros y se quitó la chaqueta, la cual cogí y guardé en el armario.

—Yo...Lo siento—cerré los ojos, no podía decirle todo eso mirándole a la cara. Bueno, sí podía, pero entonces lloraría y no quería que él me viese llorar—Sé que tu amistad con Manu es la cosa más preciada del mundo para ti y siento haber sido la culpable de que se rompa—abrí los ojos despacio al terminar la frase.

Sorprendentemente seguía viva.

—¿Sabes? Ayer te odiaba muchísimo. Creo que nunca en mi vida había sentido tanto odio hacia alguien—las palabras se clavaban en mi corazón como cuchillos—Pero luego Alex me recordó que fui yo quien no hizo nada cuando Melany me besó y que era cuestión de tiempo que Manu se enterase.

Decía no estar conmigo enfadado pero su miraba seguía mostrando odio.

—Tú debes de ser Lucas—mi padre apareció por la puerta del despacho y tendió su mano a Lucas. Él la estrechó—Un placer. No hacía falta que trajeses nada—dijo mirando la botella de vino y los bombones.

Fuimos todos juntos al comedor.

Lucas se sentó a mi lado y enfrente de mi padre.

Estaba muy nervioso, no paraba de mover la pierna derecha.

Alerta EmpollonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora