Capítulo 9.

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Derek

Paso uno de mis brazos alrededor de los hombros de Rosse y ambos sonreímos hacia la cámara del móvil de una de sus amigas. Hoy es mi cumpleaños número veintisiete y por lo tanto, he organizado una gran fiesta nocturna en mi casa para celebrar con todos mis amigos. La morena llegó hace una hora aproximadamente, debo admitir que se ve increíble enfundada en ese vestido blanco de tela brillante sin mangas, acompañado con un chaleco de plumas y unas zapatillas altas de color blanco también. Su cabello afro rizado y su sonrisa enorme la completan, haciéndola lucir sexy.

Le doy un trago al whiskey que tengo en mi mano derecha y hago un gesto al pasar el líquido amargo por mi garganta. Mi mejor amigo y su esposa vinieron, mis compañeros de trabajo también, la única que falta por llegar es Melanie. Hay personas por toda la extensión de la casa que ni siquiera conozco o que seguro me olvidé de ellos, igual no me importa. Incluso he recibido tantos abrazos, que me siento un poco aplastado en este mismo instante. Volteo hacia todas partes tratando de encontrar a la ahora chica de cabello rosado, fallo en el intento de encontrarla entre tantas personas.

-Creo que la chica que buscas está parada al lado de tu pintura favorita, lleva más de cinco minutos ahí mirándonos fijamente. Ve con ella, y dile de mi parte que ese look le queda genial - murmura Rosse lo suficientemente fuerte en mi oído para que su voz se escuche sobre la música que suena por los parlantes.

Llevo la vista hacia el cuadro de una pareja desnuda en medio de un abismo teniendo relaciones sexuales, y efectivamente, Melanie está ahí. Por un pequeño momento intento descifrar si lo que la morena dijo antes es sincero, pero tampoco encuentro motivos para que la antes pelirroja le caiga mal. El cabello de Melanie ya no es rosa, sino que es de un color rubio casi blanco y lo tiene caído en leves ondas sobre sus hombros. Lleva un vestido de tirantes suelto que le llega pocos centímetros arriba de la rodilla, es de color negro con detalles brillantes y unas zapatillas del mismo estilo. Solo parece haberse puesto un labial rojo pasión en los labios y dejado al descubierto sus adorables pecas. Se ve extrañamente atrevida, y eso me encanta.

Me acerco hacia ella con pasos cautelosos, no entiendo porqué mi mente parece desconectarse de las funciones normales de mi cuerpo cuando la veo vestida con algo relativamente provocativo. Estoy a menos de un metro de cercanía con su cuerpo, cuando por mis fosas nasales entra el agradable aroma de su perfume de vainilla. Siempre le he dicho que ese olor me fascina, por eso lo usa cuando estamos juntos. Sus facciones están contraídas con desagrado, pero con rapidez se transforman cuando pone una sonrisa ladeada en sus suaves y gruesos labios.

-Creí que no vendrías - admito al estar frente a ella.

Ladea un poco su cabeza y se encoge de hombros, pasando sus delgados brazos por mi cintura. Le devuelvo el abrazo, quedándonos más tiempo del necesario juntos.

-Por nada del mundo dejaría de lado el venir a felicitarte, ya deberías de saberlo. - murmura viéndome a los ojos. - He comprado algo para ti, pero te lo quiero dar arriba donde no haya tantas personas.

Asiento inmediatamente, tomando el brazo contrario al que lleva su bolso y nos encaminamos escaleras arriba hacia mi habitación. En el trayecto le guiño un ojo a Ronan con complicidad, él solo asiente y sé de antemano que se encargará de hacer que todo mundo se olvide de mi presencia mientras no estoy. También logro ver una mueca de disgusto en el rostro de la morena, decido dejarla pasar porque hoy es mi cumpleaños y debo disfrutar sin preocuparme por nada, mucho menos por una posible escena de celos de su parte.

Cierro la puerta de la habitación con llave luego de que hemos entrado, sus ojos toman un extraño brillo al tiempo que rebusca algo en el interior de su pequeño bolsillo. Toma una caja aterciopelada de color azul y seguido pone su bolso sobre el escritorio que descansa en una de las esquinas. Me extiende la caja y la tomo entre mis manos para abrirla. Sobre una esponja negra descansan dos dijes con sus respectivas cadenas; ambos son plateados. Uno de ellos es de un corazón con una incisión al centro, el otro es de una llave que juntando los dos dijes se complementan perfectamente entre sí. Lentamente formo una sonrisa en mis labios; casi nunca recibo regalos de este tipo, pero en verdad los aprecio cuando alguien tiene estos detalles tan significativos conmigo.

Tentación infernal #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora