Capítulo 23.

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Melanie

Presiono la bolsa de hielo sobre la mandíbula de Carlos, provocando que él haga una mueca de dolor. Me siento extrañamente culpable por lo que sucedió hace ya algunos minutos, a pesar de que sé que yo no provoqué nada.

-Discúlpame - murmuro en su dirección.

Una débil sonrisa comprensiva aparece en sus labios carnosos.

-Hermosa, sin exagerar, ya te has disculpado alrededor de cincuenta veces desde que el imbécil ese me golpeó y como siempre, te vuelvo a decir que no es tu culpa - responde.

Una punzada de dolor invade mi pecho al escuchar el sobrenombre que usa al dirigirse a mí, así es como él solía decirme siempre.

-Lo sé, pero sigo pensando que esto no debió suceder - me limito a decir.

Cuando Derek apareció en el centro comercial me sentí esperanzada por un momento, pero luego una bofetada de realidad me asaltó y supe que debía mantener mi postura digna ante él, por más que mi corazón me dijera todo lo contrario. Siento la incertidumbre de saber lo que quería que habláramos, pero sea lo que sea, igual me iba a doler. Cuando me vio con Carlos su mirada cambió radicalmente, y no me quiero hacer ilusiones una vez más, pero me atrevo a apostar que eran celos.

Aunque todo cambió cuando soltó el golpe en el rostro de mi compañero de trabajo, Rosse llegó a su lado para llevárselo y lo que más me decepcionó fue que él accediera a irse con ella. Seguramente él no la pasó nada mal como yo lo hice en la semana que ha pasado desde que le confesé todo; mientras él estaba con la compañía de su exuberante amiga, yo me encontraba revolcándome en la miseria de un amor no correspondido. Y eso es lo que más duele, lo que escuece en mi pecho como una herida profunda.

Salgo de mi trance instantáneo y vuelvo a la cruda realidad de mi vida, observando al chico de piel pálida frente a mí que ahora luce una marca amoratada a un costado de su mentón. El claxon de un taxi nos hace girar la vista hacia la calle, lo más probable es que sea el vehículo que me llevará a mi departamento.

-Ya es hora de volverme a casa - asiente y se levanta de la silla donde anteriormente estaba sentado para luego dejar un pequeño beso en mi mejilla.

-Lamento mucho que nuestra salida al cine se haya cancelado por esto - señala el golpe, yo niego con despreocupación.

Lo que acaba de decir es verdad. Aunque en mayor parte agradezco todo lo que sucedió, porque antes de eso me vi casi obligada a aceptar su invitación al cine, siendo que yo en estos momentos lo último que quiero es iniciar algo romántico con alguien que no sea el rubio. Le doy una sonrisa apenada, y no me gusta mentir, pero el pobre de Carlos siempre ha sido muy lindo conmigo y no quiero romper cualquier ilusión que tenga respecto a mí.

-No te preocupes, luego la repondremos. Cuídate mucho, por favor - pido, con algo de afecto emanando en mi voz.

Cuelgo la mochila que siempre cargo conmigo sobre mis hombros y entro en el auto saludando amablemente al conductor. Me limito a observar por la ventanilla durante todo el trayecto, la verdad es que no tengo muchos ánimos de entablar una conversación con nadie en este preciso momento. Me siento tan abrumada por todo el caos que se le ha venido encima a mi vida, que ya no sé como continuar con ella. Sin embargo, en mi familia siempre me han enseñado a salir adelante por sobre todas las adversidades.

Llegando al edificio donde vivo, pago la tarifa correspondiente y me despido antes de empezar a subir las escaleras. En cuanto el agradable aroma a frutas que emana mi departamento entra por mis fosas nasales, una paz demasiado tranquilizante llena mi interior.

Tentación infernal #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora