Capítulo 6.

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Melanie

Termino de atar mi cabello en una coleta alta; por las mañanas en lo que menos puedo pensar es en peinarme, sólo las chicas me entenderán cuando digo que es muy molesto hacerlo. Y es más molesto cuando son las seis de la mañana.

Mi móvil vuelve a vibrar sobre el buró de mi cama, la foto del rubio haciendo una cara graciosa es lo primero que veo. Acepto la llamada y pongo el aparato sobre mi oído.

-¿Hola? - el chico ríe del otro lado de la línea.

-Mel, baja ahora mismo hasta la recepción de tu edificio. He traído a alguien conmigo y te lo quiero presentar - su voz entusiasmada no me toma desprevenida, suele ser incluso peor de efusivo algunas veces.

Observo mi pijama de dos piezas y con estampado de osos panda en el espejo, ni loca bajaré así.

-Estoy en pijama - me quejo entre un bostezo.

-Oh vamos, hazlo por tu persona favorita. Sólo será un momento, lo prometo.

-Bien, estoy ahí en un minuto - corto la llamada y me pongo mis pantuflas a juego con mi pijama.

El rubio dijo que debía presentarme a 'alguien', ya me puedo imaginar de quien se trata. Es muy predecible para mí.

<<Apuesto mis dos casi inexistentes tetas a que es un perro que se encontró por ahí>>

Después de lavarme los dientes decido bajar. El ascensor desciende con lentitud, mi reflejo en el enorme espejo del cubículo me hace formar una mueca de desagrado. Jodidas pecas. Las puertas se abren y salgo para encontrarme con la recepción y el par de sillones de cuero que hay ahí. Derek se encuentra sentado sobre uno de los sillones y lleva un pequeño perrito entre sus brazos. El animal es esponjado y de color café claro, niego con diversión.

Acerté cuando dije que el rubio traía a un perro consigo, lo conozco demasiado bien. Ahora alguien en el cielo me debe un par de tetas...

-Hey, mira a nuestro nuevo amigo - dejo un beso en la mejilla del chico, seguido acaricio el suave pelaje del cachorro.

-Es muy lindo, ¿ya tiene nombre? - asiente.

-Cookie, así se llama - blanqueo los ojos ante su respuesta.

-Ese afán tuyo de ponerle nombres de comida a los perros que te encuentras por ahí, ¿qué haré contigo? - sonríe divertido.

-Por lo pronto, necesito que le des algo de leche a este pequeño. Y que me dejes dormir contigo otras tres horas - suelto una risita.

-Vamos a mi departamento entonces - me sigue por detrás, ocultando al perro de la recepcionista.

Subimos por las escaleras a trompicones, rápidamente estamos en el piso de mi establecimiento. Los tres nos adentramos hasta la cocina y rápidamente el perro comienza a olfatear todo. Busco un tazón pequeño para darle algo de leche y luego lo dejamos bebiendo de ella. Lavamos nuestras manos con bastante jabón en el baño de mi habitación, ambos caminamos hasta la cama y nos tiramos en ella.

-¿Porqué, de todos los momentos del día, decides llegar a las seis de la mañana aquí? - pregunto intentando parecer molesta.

Una sonrisa pervertida aparece en sus labios.

-Pues como dice el dicho: "El que madruga, tiene tiempo para tener sexo mañanero", ¿o cómo era? - soltamos una carcajada al mismo tiempo.

-No sé como era, lo único que sé es que ese dicho es muy bueno y acertado además - respondo mientras muerdo mi labio inferior.

Tentación infernal #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora