Capítulo 28.

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Melanie

Estoy un poco frustrada, quizá un poco más de lo que debería.

Desde que Derek y yo estuvimos de acuerdo en tener un bebé hemos estado haciendo nuestro trabajo, pero aún no sucede nada. Quizá es que estoy demasiado ilusionada con la idea de ser mamá, que por eso no logro embarazarme. Y sé que el bebé llegará en el momento adecuado, pero igual me entristece un poco que llevamos ya un par de meses intentándolo y no hay resultados.

Ni siquiera sé porqué estoy pensando esto en el trabajo, se supone que debería distraerme aquí.

-Hola, Mel - reparo en la presencia de quien acaba de saludarme, Carlos me sonríe abiertamente.

Cuando se enteró que el rubio y yo estamos juntos enfureció tanto, que tuve que decirle que se alejara de nosotros. Le dije que el trato que tendríamos sería únicamente de trabajo y que eso era lo mejor para todos. Eso sucedió alrededor de tres semanas, lo que me sorprende es que esté aquí, hablándome nuevamente como si nada hubiese pasado.

Intento devolverle la sonrisa, aunque más bien creo que ha salido como una mueca incómoda.

-¿Qué necesitas? - pregunto, sin llegar a sonar grosera.

-Nada. En realidad solo pasaba a traerte un poco de agua de frutas, porque sé que es tu favorita. - me extiende un vaso de plástico con el agua adentro y un popote sobresaliendo por la tapa, lo tomo un poco dubitativa. - También soy consciente de que me pediste que me mantuviera alejado de ti, pero es inevitable que no te hable cuando trabajamos juntos. En verdad quiero hacer las cosas bien y que me permitas, aunque sea, tener tu amistad.

Analizo lo que acaba de decir y no logro detectar si realmente habla en serio o si está mintiendo. Su sonrisa tiene tinte amable, pero en sus ojos hay un brillo extraño que no sé cómo interpretar. Seguramente estoy exagerando como siempre suelo hacerlo, el chico viene con buenas intenciones y yo aquí de malpensada.

-Gracias por el agua. Yo también quisiera tener tu amistad, después de todo tienes razón en que es imposible no hablarnos si nos vemos a diario - asiento con una sonrisa.

Sus labios se curvan más hacia arriba cuando termino de hablar, incluso su sonrisa logra ser un poco aterradora. Extiende su vaso de agua en mi dirección esperando una clase de brindis, río un poco antes de juntar los recipientes y beber un largo trago de la frutal bebida. Tiene un sabor inusual, como si las frutas estuvieran un poco pasadas de maduración. Quisiera decírselo, pero no sería apropiado siendo que él amablemente me la ha traído. Prefiero no seguir tomándola, pero de manera clandestina para no hacer sentir mal a Carlos.

-¡Rubia! - la cabellera rizada y castaña de Rosse aparece en mi campo de visión.

La recibo con un cariñoso y efusivo abrazo, dejando el vaso de agua a un lado.

-¡Ardiente morena! - exclamo en tono de broma.

El castaño parece sentirse incómodo y se va solo guiñándome un ojo. Llevo a Rosse hasta un par de banquillos altos que tengo detrás de la caja y empezamos a charlar sobre el canadiense que la tiene loca.

-Me encanta, te juro que es el amor de mi vida. Sé que quizá pienses que es una locura, pero estoy planeando ir a Canadá solo para verlo - el entusiasmo con el que se expresa de él me hace saber que en verdad está muy ilusionada.

-Las locuras que realmente valen la pena son las que se hacen por amor. Así que cuentas con todo mi apoyo,  quiero verte feliz - confieso con una sonrisa.

Tentación infernal #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora