Capítulo 26.

475 53 12
                                    









Melanie

Sobre el asiento del copiloto me remuevo con impaciencia hasta encontrar la comodidad. Eso de tener un trozo de tela tapándome la visión no es muy agradable, mucho menos si Derek no me dice nada mientras conduce.

-Esto puede contar como secuestro, ¿sabes? - le digo, imaginándolo en mi cabeza poniendo los ojos en blanco con fastidio.

Por el contrario a lo que pensé, él ríe a mi lado con despreocupación.

-Te he dicho que es una sorpresa, y las sorpresas no se dicen porque de lo contrario dejarían de ser sorpresas - murmura cual niño pequeño intentando explicar algo.

-Vaya, si no me lo dices no me doy cuenta - opino con un poco de sarcasmo saliendo a flote.

Este tipo de situaciones me causan nervios e intriga. Las sorpresas son agradables, sí, pero estar sin ver nada no lo es.

Una canción en español se escucha por los pequeños parlantes del auto de Derek, la reconozco al instante y para aligerar el ambiente empiezo a cantar:

-Si me preguntan por ti, diré que es mentira que toda una vida he soñado contigo..., ¡Yo sueño contigo! - intento sonar lo más afinada posible.

El auto se detiene un momento y supongo que debemos estar en un semáforo, entonces sus cálidos labios se posan sobre mi mejilla.

-Me encanta que sueñes conmigo - susurra sobre mi oído con cierto toque pícaro.

Mi cuerpo entero se estremece y quisiera no ser tan sensible con su presencia, pero me es totalmente inevitable. Hago un ademán con la mano para restarle importancia a lo que ha dicho, no quiero alimentar su ego diciéndole que incluso despierta sueño con él.

-Apuesto a que eres tú el que no deja de pensar en mí - comento con cierta seguridad en mi voz.

Vuelve a reír, pero esta vez más fuerte.

-Tienes razón. Incluso, si me dieran a elegir entre sentirte y pensarte, elegiría sentirte las veces que te pienso - mis mejillas se calientan ante su confesión.

Nunca voy a terminar de entender cómo le hace para hacerme perder la cordura con sólo unas cuantas palabras.

-No sabía que eras poeta - bromeo.

-Mi lado poético aparece solo contigo, hermosa - reímos.

El trayecto hacia el lugar desconocido a donde vamos se hace realmente corto luego de nuestra charla. Con un poco de su ayuda bajo del vehículo y soy guiada a caminar unos metros adelante por sus manos en mi cintura.

Un suspiro nervioso brota de su garganta.

-¿Lista? - asiento con seguridad.

Segundos después siento sus manos abandonar mi cintura para quitar el nudo de la tela alrededor de mis ojos. Cuando ya está completamente retirada empiezo a abrir lentamente los ojos, intentando adaptar mi vista a la luz del exterior. Lo primero que veo es al rubio con una expresión impaciente en el rostro y después me encuentro con lo que seguramente es mi sorpresa.

Estamos en medio de la nada, rodeados de un gran terreno repleto de hierbas verdes a los costados y una autopista solitaria al centro. Pero lo que sin duda llama mi atención, es la avioneta enorme de color beige varada sobre el concreto. No es tan grande como un avión normal, pero con su tamaño logra intimidar a cualquiera.

-Dios mío... - apenas logro decir.

Doy un giro sobre mis pies para quedar frente a frente con Derek, quien me mira aún más emocionado de lo que yo estoy. Se dirige hacia una de las puertas de la aeronave y toma unos papeles de ahí dentro, después se vuelve hacia donde me encuentro.

Tentación infernal #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora