Capítulo 24.

455 52 31
                                    









Derek

Entro a la comisaría saludando a todos como de costumbre, encaminando a mis pies hasta la oficina que mi mejor amigo tiene. A pesar de ser las nueve de la mañana siempre despierto de buen humor, algo que obviamente me encanta. Ni siquiera me tomo el tiempo para tocar la puerta, simplemente entro y lo encuentro de pie al lado de su escritorio lleno de papeles.

Frunce el ceño cuando me ve.

-¿Qué haces aquí? Creí que no vendrías a trabajar - dice, yo formo una sonrisa burlona en mis labios.

-Acepto que a veces soy un flojo de primera, pero también soy responsable, ¿por quién me tomas? - bromeo.

Él me observa extrañado por lo que acabo de decir, entonces me doy cuenta de que hay algo más de lo que no estoy enterado.

-Pensé que no vendrías hoy, porque anoche Melanie le llamó a mi preciosa echa un verdadero mar de lágrimas. Y como tú y ella son tan amigos, pues creí que estarías acompañándola - lo miro, demasiado confundido con sus palabras.

Yo aún no le he contado a Ronan sobre lo que pasó hace una semana con la rubia, y por lo que escucho, su esposa tampoco le ha dicho nada. Lo que me confunde es que haya pensado que yo estaría con ella, ¿acompañándola a qué?

-¿Como por qué debería estar con ella? - cuestiono para sacarme la duda.

Hace un ademán con la mano que me parece exasperado, trato de no asustarme ante sus repentinos cambios violentos de humor y me alejo un par de pasos de él.

-Derek, su padre falleció ayer, ¿acaso no lo sabías? - niego con la cabeza, sin saber como reaccionar.

Entonces la resolución se asienta en mí como un balde de agua helada al oír lo que acaba de decir.

El papá de Melanie murió.

Ni siquiera puedo imaginar como debe estar ella de destrozada en estos momentos. No quiero ni pensar en lo mucho que esta noticia le debe haber afectado. El capitán Holt lo era todo en su vida, y el hecho de perderlo seguramente acaba de llevarse una gran parte de ella.

Como puedo, le digo a Ronan que iré con ella y que me disculpe con nuestro jefe, que él entenderá las razones por las que he abandonado el trabajo. Entonces me marcho a toda prisa hasta el estacionamiento en busca de mi auto y salgo disparado hacia el departamento de la chica.

En estos momentos es cuando más me necesita, y no importa lo que hace una semana haya pasado entre nosotros, yo tengo que estar con ella. Quiero estar con ella. Necesito abrazarla y decirle que todo estará bien, aunque no tenga la certeza de que así será. Necesito que ella sepa que siempre voy a estar a su lado, que pase lo que pase, ahí estaré para darle fuerza. Necesito hacerle entender, que por más estúpidas que sean mis decisiones, el cariño que siento por ella sigue latente.

Dejo mi auto en el primer lugar disponible que veo y seguido me bajo como alma que lleva el diablo para empezar a subir por las escaleras hasta su apartamento. Me toma menos de veinte segundos llegar hasta su puerta, entonces toco la madera un par de veces con mis nudillos y espero impaciente a que aparezca del otro lado del umbral.

Y en cuanto la veo una fracción de mi corazón se rompe.

Jamás en todo el tiempo que llevo de conocerla la había visto tan mal, tan desecha.

Cuando repara en mi presencia su labio inferior tiembla y sus hermosos ojos grises se llenan de lágrimas. Sin dudarlo me acerco a ella y la envuelvo en mis brazos. La abrazo con la fuerza y el apoyo que ella necesita justamente ahora. Sus sollozos no se hacen esperar, mucho menos la humedad en mi playera debido a sus lágrimas.

Tentación infernal #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora