veintiuno.

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Jaebum, su madre y yo nos estábamos dirigiendo al hospital. En este caso al hospital privado que los padres de Jaebum pagaban para cuando ocurrían emergencias así. Aparte de que siempre, por desgracia, te observan y tratan mejor en un lugar privado que público.

Nos encontrábamos en el coche de camino.
Tenía a Jaebum recostado en mi hombro mientras le hablaba para hacerle olvidar un poco el dolor tan fuerte que estaba teniendo en la espalda y en un costado del cuerpo.

Su madre no iba a poder quedarse con nosotros, ya que ella tenía que trabajar, al igual que el padre. Por lo que me tocaba quedarme solo a acompañar a Jaebum y también esperarle en todas las pruebas que tuviesen que hacerle.
Había hecho muy bien en venir a Japón, porque si mi hyung se hubiese ido sin mí, ahora estaría solo en el hospital hasta por la tarde noche que los padres pudiesen ir a por él.

Jaebum tenía una expresión dolorosa y no sabía que más hacer para que no se concentrase en el dolor. Agarré su mano con delicadeza y acaricié sus dedos, mostrándole mi apoyo y ánimos para que aguantase. Él apretaba mi mano y cerraba sus ojos con fuerza, dándome a entender que estaba agradecido de que estuviese ahí con él.

Después de diez minutos que se nos hicieron eternos, nos despedimos de Suni, la madre de Jaebum, agarramos las cosas necesarias y nos fuimos hacia dentro del hospital.
Suni y su marido estaban confiando en mí para ayudar a su hijo en todo, ellos me estaban permitiendo acompañarle y estar al  tanto de lo que ocurriese con él, así que no iba a decepcionarlos.

Coloqué uno de los brazos de Jaebum por encima de mis hombros y uno de mis brazos pasó por su cintura. Le ayudé a caminar hasta la entrada del hospital, para luego al llegar pedir urgentemente una silla de ruedas. Jaebum apenas podía caminar en condiciones.

Después de que en la madrugada entré en el baño y vi el papel con sangre y el váter también, nos volvimos a acostar, ya que era todavía muy tarde para ir al hospital.
A las seis y media, Jaebum se volvió a despertar, todo le comenzó a doler demasiado. Así que con la mayor velocidad que pudimos nos arreglamos para ir hacia donde estábamos ahora.

Hablamos con un enfermero, le informamos de todo y nos pidió que esperásemos unos minutos en la sala de espera.

-Jaebum, escúchame. -agarré su rostro con mis manos y nos miramos a los ojos. -Voy a estar aquí todo el tiempo esperándote. Traigo mi móvil, el cargador y dinero, así que voy a estar bien. Llévate tu teléfono contigo por si acaso, ¿vale? A lo mejor me puedes mandar mensajes de vez en cuando. -acaricié sus mejillas. -Ya verás que van a dar con el problema que tienes.
-Gracias, Youngjae... Por todo. -sonrió levemente.
-No me agradezcas, tonto. He venido a Tokio para estar contigo en todo momento, apoyándote y ayudándote. -sonreí. -Te quiero muchísimo.
-También te quiero mucho.

Me acerqué a sus labios y le dejé un suave beso en estos.

-Aguanta el dolor y todo lo que te vayan a hacer, eres muy fuerte.

El enfermero volvió con unos papeles y yo me levanté para hablar con él.

-Me voy a llevar a Im Jaebum para hacerle las pruebas que sean necesarias dependiendo de los síntomas que tenga. De vez en cuando me pasaré para avisarte sobre lo que le estemos haciendo a...
-Es mi amigo. -aclaré su duda.
-A su amigo. -completó la oración. -Así que le aconsejo que espere aquí.
-De acuerdo. -asentí. -Si en algún momento necesito salir a por lo que sea y viene a buscarme, ¿qué puedo hacer?

El hombre me dio varias recomendaciones y pautas a seguir, para luego llevarse a Jaebum con él y quedarme en la sala esperando junto con otras personas.

Las horas pasaban y a Jaebum le habían realizado un historial médico completo para analizar los factores de riesgo y así con ello poder saber más sobre los síntomas que sufría. Después le hicieron una prueba de laboratorio y más tarde un estudio por imágenes. Por último le hicieron un análisis de sangre y orina.

Todo cambia [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora