Todo cambia [2Jae]

dos.

Ha ganado el jueves como día para actualizar esta historia, así que aquí está el capítulo ^^
_______________________

Estuve toda la noche llorando. Sí, llorando por ella, y no me podía sentir más patético.
Cogí mi teléfono y miré la hora. Las 12:08 del mediodía. Hoy tampoco había ido a la universidad. Era miércoles y ya era el cuarto día que faltaba, porque el viernes también falté, pero fue por ir al médico.
Me estiré y saludé a Coco, ya que ella estaba a mi lado mirándome con ojitos de "tengo hambre, hazte cargo de ello". Así que me encaminé hacia la cocina con ella detrás de mí casi pisándome los talones y le di de comer. Sonreí al verla tan feliz moviendo su colita de un lado para otro. Ojalá yo pudiese conformarme con tan poco, ojalá yo pudiese ser feliz con la mínima cosa.

Me dirigí al sofá de mi salón y me tiré en el. No tenía ganas de prepararme algo de comer, mis ánimos estaban enterrados bajo tierra y sólo deseaba que las cosas se solucionasen con ella, pero lo veía lejano.
Mi teléfono empezó a sonar, era Yugyeom. Me había llamado tantas veces que había perdido la cuenta. Tenía muchos mensajes y llamadas de mis amigos y yo no me había dignado a responder. El móvil dejó de sonar, pero a los cinco minutos después volvió a escucharse mi tono de llamada. Miré de nuevo el aparato y esta vez sí me digné a responder, porque no era ninguno de mis amigos, así que no había problema.

-Hola. -respondí sin ánimos.
-Buenas, Youngjae. -habló animado. -¿Ocurre algo?
-Tú qué crees, seguro ya te has enterado.
-En realidad, sí. ¿Nos podemos ver? -me preguntó.
-No tengo ganas, Jimin hyung. -suspiré.
-Lo sé y lo entiendo, pero tienes aún aquí tu chaqueta, ¿recuerdas que el jueves te la dejaste? Dijiste que vendrías a recogerla, pero aún está aquí conmigo. Me la he traído demasiadas veces a la cafetería con la esperanza de que vinieras a por ella. -explicó.
-Lo siento, lo había olvidado...
-Claro, y como no respondes y seguro que ni lees los mensajes, pues entonces como para no acordarte. -soltó como reproche.
-Bueno, voy a ir. En poco estaré allí.
-Genial, aquí te espero. No tardes, que me van a dar descanso de media hora en poco.
-Vale, hasta ahora.

Colgué. En verdad no tenía ganas de ir, pero Jimin tenía mi chaqueta favorita y no quería que de un día para otro pudiese desaparecer, porque a veces Jimin era despistado.
Conocí a Jimin gracias a Jihyo, ya que ellos son mejores amigos. Se conocieron en un espectáculo de danza contemporánea, y desde entonces se han vuelto los mejores amigos inseparables. Jimin no iba a la misma universidad que nosotros, así que le veía muy poco, sólo cuando Jihyo y yo decidíamos salir en grupo y no pasar tiempo solos. Él trabajaba en una cafetería desde la mañana hasta medio día, y luego se iba a estudiar unas horas a su universidad, ya que sus clases eran por la tarde. Extrañamente a él le gustaba su trabajo, pero yo no lo entendía. ¿Qué tiene de bueno limpiar mesas, tomar nota de pedidos y llevar comida de un lado para el otro? Y ni hablar de atender la caja registradora, yo con lo malísimo que era en matemáticas tardaría mil años en darle el cambio a alguien. Pero bueno, Jimin lo disfrutaba y yo me alegraba por él. A pesar de no ser muy amigo mío no quitaba que me agradase y quisiese lo mejor para él.

Llegué a la cafetería, no vivía lejos de ella, así que no tardé mucho. Entré y busqué con la mirada una cabellera de color naranja, pero no la encontré. ¿Dónde se había metido?
Me coloqué al lado de la barra donde se pedía la comida y esperé a que él apareciese. ¿Debería llamarle?

-¡Hola! -gritó alguien detrás de mí y yo me asusté.

Con mi mano en el pecho y mi cara sorprendida, me giré a ver al dueño de esa voz.

-¡Me has asustado! -lloriqueé.
-Lo siento, pero esa era mi intención. -rio levemente.

Le fulminé con la mirada, pero luego negué con la cabeza divertido.