Whisky (TaeMin)

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PALABRA: Whisky
PAREJA: TaeMin
RATED: MA
ADVERTENCIAS: Slash. Hurt/Confort. Tragedia. Muerte de personaje. Lemmon gráfico. Non-dub-con.
SUMMARY: -

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WHISKY

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Tomó un trago más de su petaca de whisky antes de volverse a poner el viejo chicle de menta en la boca y medio peinar con sus dedos, la masa de rojizos cabellos que se arremolinaban enredados alrededor de su frágil rostro.

Lee TaeMin, un nombre que a nadie le importaba ya.

Nada le importaba más, ¿cómo podría cuándo ya no quedaba nada ni nadie que se preocupara por él?

Toda su vida. Toda su maldita vida no había sido más que un juego de titiriteros, una farsa. Una especie de función macabra en la que habían bajado el telón y todos habían dejado de actuar ni bien la función terminó.

Estaba solo, y él siempre había odiado estarlo. Siempre oyendo esos susurros en su cabeza que le decían que no era bueno, que era un inútil, que nadie lo quería ni lo iba a querer. Que a nadie le importaba.

Todos aquellos susurros que terminaron siendo tan ciertos.

Ni siquiera sabía realmente porqué seguía molestándose en subsistir así. Porque no, ni siquiera podía decir que vivía. Eso ya sería mucho para alguien como él, ¿o no? 

Aún ahora, en sus breves momentos de completa sobriedad, el dolor de la completa traición le hacía llorar de dolor y tristeza. Le hacía querer matarse cada vez, solo para llegar al punto en el que, teniendo un cuchillo o una de las tantas jeringas sucias en su mano recordara cuánta gente había muerto por él,  aceptando una vez más que quizás aquel fuera su designado castigo supremo por todo lo que otros pasaron por él. Sus hermanos, Key y Hee, cuando aún se preocupaban y tomaban un castigo por él; Kai, su mejor amigo, cuando intentó defenderlo de su propio padre, y Onew... todos y cada uno muertos ya fuera figurativa o metafóricamente y en mayor o menor medida siendo él el causante.

Si hubiera sabido. Si tan solo hubiera sabido que la escoria de su propia familia lo iba a tratar así. Que sus supuesta 'familia' no haría más que traicionarle ni bien la seguridad retornara a ellos. Aunque la verdad era, que sabía que ni siquiera podría culparles. Sus hermanos ya habían sacrificado mucho en su vida para protegerle mientras estuvieron allí y, ahora que por fin tenían una vida... Dolía sí, pero no los culpaba, su familia siempre había estado rota y no esperaba ya nada de nadie. Esa era su realidad y él siempre había sido el más débil para poder sobrellevarla.

Si tan solo hubiera sabido planear un poco más. Preveer un poco más para no haber tenido que escapar como si una mera y simple rata fuera. Sin nada más que lo que llevaba puesto y el dolor de tener que huir del que, a pesar de todo, consideró siempre su hogar.

Prisión, quizás mereciera estar ahí también por lo que le había finalmente hecho a la bestia de padre que le tocó... pero no, no quería terminar allí. Antes muerto. Él no podría hacer frente a sus demonios varios, por cada segundo del día una y otra y otra vez. No, prefería esta existencia a eso. Prefería estar así, dejándose morir lentamente, porque bien sabía que a la corta o a la larga iba a terminar tirado en algún callejón o con una tremenda sobredosis, muerto en algún galpón.

No importaba.

Las drogas le ayudaban un poco. Le brindaban esa ilusión de que todo estaba bien. De que sus padres vivían y le amaban, que le miraban y le sonreían; de que Onew le abrazaba de nuevo mientras veían a Kai bailar una vez más, con sus hermanos mayores a un lado, sonriéndoles con esa particulares sonrisas suyas que de pequeño le decían que todo estaría bien.

Drogarse le daba la vida de ensueño que sabía nunca podría tener.

Drogas. Alcohol. Sexo.

Emborracharse para poder dejar que cualquiera se lo follara, follar para conseguir dinero y así poder ir a comprar y consumir un poco más.

Esa era su vida ahora y ni siquiera podía ya recordar desde hacía cuanto.

Se sentía tan débil.

Se sentía tan asqueado de sí mismo.

Ni siquiera era como si se considerara gay -a pesar de haber sido el juguete de su padre desde que tuviera uso de razón y de que haya dejado a más que unos cuantos hombres romperle el culo por propia decisión-. Simplemente no podía funcionar como prostituto para mujeres porque con tanta droga encima eran muchas las veces en que ni podía hacer que se le parara, y porque definitivamente, el ser un puto para hombres le daba más rentabilidad debido al karma que siempre había resultado ser su belleza natural. Apenas con conseguir un completo por noche, le alcanzaba para poder comprarse algo para drogarse hasta el día siguiente, o a veces cambiaba y simplemente se compraba un whisky barato y alguna porquería con el que engañar a su estómago para que éste dejase de croar por un rato, nada más, nada menos.

—Hey chico, ¿cuánto?

—Depende qué quieras, cariño...

—Vamos, sube, chúpamela mientras busco un lugar donde poder abrirte bien ese culo que te cargas.

No hay palabras suaves o toques tiernos. Pocas veces los hay. Para quien paga no era más que una simple puta más del montón, alguien a veces lucía y estaba tan drogado que ni se quejaba le hiciesen lo que le hiciesen. Era solo un pedazo de carne que gemía y se quejaba, y que con sus sonidos solo les alentaba a hacer aún más.

Esa noche no fue diferente.

Aquella noche fue un cliente más que, mientras le abofeteaba y le gritaba puta -casi como si odiara a cualquiera que lo fuera-, le embestía dura y rudamente hasta hacerle sangrar, mientras él gritaba y se quejaba tratando de escapar porque aquel día solo había bebido y su cuerpo reaccionaba más sobrio a tal grado de dolor de lo que le gustaría. Sintiéndose sucio, tan sucio. Tan asqueado de sí. Pero eso era lo que conseguía más veces de las que quería recordar. Siempre humillado. Siempre degradado. Golpeado, escupido. Violado una y otra vez aunque ya ni se le pagara por más.

Tal existencia.

Tal triste realidad que nadie podría preguntarle el porqué se drogaba para olvidar.

Tan débil.

—Límpiame zorra.

Golpe en la cabeza.

—Vamos,vamos. Traga bien. Sí, así.

Se ahogaba, mientras en un pensamiento ausente se preguntaba, ¿cuánto más?

—Oh sí, sí, ¿qué tal otra ronda, eh, puta?

Quisiera decir ya no más, pero todo se le nubla y nada parece tener sentido ya.

—Sí, quédate así. Ahí, bien, levanta el culo perra, así, sí, sí...

Le faltaba el aire. Las sábanas se le enterraban en la cara y no le dejaban respirar.

—¡No te muevas perra!

Golpe.

—Sí, ahhh, sí, así, vamos, que al menos tu culo sirve  de algo princesa... oh, sí...

Ya no podía respirar.

Ya no quería ni luchar.

—Ahhh...

Y el peso que cayó sin gracia sobre su espalda terminó por quitarle lo que le quedaba de realidad.

Finalmente, el juguete que siempre hubo sido podría por fin descansar.

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Pues, bastante sad esta vez, ¿no?

En fin... espero les haya gustado igual ;)

*Guadi*

''30 Days with Lee TaeMin''Donde viven las historias. Descúbrelo ahora