Capítulo 27

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Oscuridad, frío y el calor de las mantas. La gotera del fregadero ambientaba cada dos segundos el lugar con su particular sonido al estrellarse las gotas contra el plato lleno de agua. Su cuerpo se removía bajo las cobijas haciéndose más y más pequeño, buscando calentarse a sí mismo.

Temblaba y no sabia si era por el frío. No lo era.

El vibrante sonido de celular sobre la mesita de noche irrumpió en el parcial silencio de la habitación, silencio que solo era cruzado por el lejano ruido de la gotera. Vibró una y otra vez durante un par de minutos, la pantalla solo se iluminaba y alumbraba la habitación en penumbra. Era molesto de muchas formas. Sacó su mano de bajo las mantas, cogió el celular y simplemente lo apagó; no tenía ganas de que nadie lo molestara y mucho menos le hablara.

Suaves golpecitos comenzaron a hacerse escuchar contra la ventana de la habitación. Una tras otra las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre la ciudad, que parecía apática bajo el grisáceo cielo de un día de invierno. Hacía un par de días que el sol no se dejaba ver, simplemente estaba nublado y frío. El clima estaba tan miserable y triste como él. Todo se sentía miserable y triste en ese momento.

Chittaphon tenía un par de días encerrado en su casa, sin ganas de ver la luz del día, sin ganas de escuchar nada y a nadie, sin ganas de responder al teléfono ya sean llamadas o mensajes, sin ganas de comer, sin ganas de levantarse. Sin ganas de nada. Sólo estaba acostado en su cama, envuelto en las mantas mientras de vez en vez la tristeza lo invadía y le hacía llorar, temblar, lamentarse hasta quedarse dormido. No había podido encontrar fuerza para salir de su cama y tratar de distraer su mente de esos tristes pensamientos que le invadían desde el día de la presentación; el día en que su corazón se rompió. John Suh le había roto el corazón, aún sin saberlo y aún si no era su intención.

Tres golpes fueron dados a la puerta de madera de la entrada. El ruido lo hizo sobresaltarse un poco, pero ni así se planteó por la cabeza el levantarse. Nuevamente se escucharon tres golpes sobre la puerta, esta vez más fuertes y el estruendo le hizo gruñir porque no estaba deseoso de escuchar ningún tipo de ruido insoportable. Uno tras otro los golpes cada vez más fuertes resonaron por toda la pequeña casa, ya era desagradable. El tono de una familiar voz llamándole llegó a sus oídos, aquello le hizo descubrirse un poco y cuando la misma voz pronunció "no me voy a ir hasta que abras" él solo suspiró. No podía dejarle ahí afuera, estaba lloviendo. Se levantó con pesar de la cama; su cabello era un desastre y traía puesta la pijama, con los pies usando solo calcetines fue hasta la entrada y abrió la puerta, inmediatamente el sonido de la lluvia llegó perfecto a sus oídos.

—¿Qué haces aquí? Llueve —musitó con desgane y un rostro apático.

—¿Eso es todo lo que vas a decir, idiota? —gruñó el castaño mientras cerraba su paraguas y entraba a la casa como si nada.

—Claro, puedes pasar... —suspiró y cerró la puerta.

—¡Tengo dos días marcándote y no te dignas a responder! —reclamó mientras le miraba con enfado —El primer día lo dejé pasar porque entendía que te sentías mal y querías estar solo, pero al día siguiente tampoco respondidas y vine y no me abriste la puerta.

—No tengo ganas de que vengas a gritarme a mi casa, Doyoung —suspiró —. Sólo quiero estar tranquilo, descansar...

—¿Crees que me trago el cuento? —espetó con furia —¡Me preocupo por ti! Después de lo que pasó con Johnny y Hansol no había sabido de ti para nada, estaba muy preocupado de que te matarás o algo así.

—¿Me crees capaz de eso? —arqueó una ceja.

—No eres la persona más emocionalmente estable que conozco —le miró con determinación —. Y dejando eso de lado, me preocupé por el simple hecho de que estaba sólo y triste. No es bueno que estés así, Ten, sabes que aunque uno necesite su espacio hablar con alguien a quien le importes ayuda a sentirte mejor —la mirada de Doyoung ahora era de comprensión.

La Potencialidad [JohnTen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora