Capítulo 31

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El piso estaba cubierto con pequeños y múltiples charcos de agua que formaban un camino, éste llevaba hasta la habitación contigua a la del tailandés. La puerta estaba abierta y la luz encendida, pero no había nadie en el interior. Un segundo camino se forma desde la puerta hasta el baño y dentro el sonido de la regadera llenaba el lugar, haciendo notorio que alguien estaba dentro tomando una ducha. Chittaphon, luego de haber abrazado a Johnny un buen rato en la puerta de su casa lo hizo pasar a ésta, después de notar lo helado y tembloroso que estaba le sugirió tomar una ducha caliente mientras él buscaba entre sus ropas algunas prendas que al mayor le pudiesen quedar; él no tenía secadora como para ayudar a que la ropa del mayor dejara de estar empapada.

—Bien, debes tener algo por aquí, Ten... —susurró para sí mismo mientras comenzaba a buscar en su guardarropa.

Era difícil encontrar ropa que le quedara a John, ellos tenían alturas diferentes y probablemente aunque alguna suéter de Ten pudiera quedarle regularmente bien al estadounidense, los pantalones era obvio que no. Encontró al fondo un pantalón deportivo invernal que recordaba le había regalado el hermano de Doyoung en un cumpleaños, le quedaba un poco más largo de lo normal, así que a John le quedaría perfecto. Tomó uno de sus suéteres más grandes, un abrigo —que esos solían ser muy grandes para poder usar más prendas debajo—, calcetines y ropa interior también —por suerte había comprado recientemente un par de bóxers y tenía uno sin usar— y todo estuvo listo. Salió de la habitación propia para dejar todo aquello en la habitación que solían usar sus padres cuando iban de visita, sin embargo no llegó allí.

—¡Oh por Dios! —exclamó y tras quedarse helado unos segundos giró la cabeza para ver hacia otro sitio.

Había escogido probablemente el peor momento —a su parecer— para salir de la habitación. Johnny estaba ya fuera del baño, con una simple toalla cubriéndole únicamente de la cadera hacia abajo, el torso ligeramente trabajado estaba húmedo y el cabello dejaba caer gotas de agua que se deslizaban por su piel muy ligeramente perlada, todo aquello parecía una imagen digna de retratar, digna de admirar por un par de minutos más. Ten quiso que se lo tragara la tierra en ese momento, porque aunque era una vista realmente agradable se sentía condenada mente avergonzado de ver al mayor en ese estado. Sintió el rostro arder en cuestión de mili segundos, John lo miraba un tanto confundido y cuando pudo comprender bien la situación sonrió un tanto apenado.

—Perdón, tarde menos de lo esperado, ¿cierto?

—Quizá yo tarde de más... —susurró el tailandés aún sin mirarlo —Esta es la ropa —extendió la misma aún sin querer ver al más alto.

—Chittaphon... —suspiró y se acercó para tomar la ropa y sonreírle —Vamos, eres hombre al igual que yo —suspiró y llevó sus dedos al mentón ajeno —. Además no estoy mostrando nada que pueda incomodar a tus inmaculados ojos, ¿cierto? —y tras decir aquello hizo que el menor lentamente girará su rostro y lo mirara.

El pelinegro estaba hecho un mar de emociones, no sabía exactamente por qué John hacia aquello y realmente quería salir corriendo y dejarlo vistiéndose. Estaba apenado y al mismo tiempo, en el interior, un tanta feliz de tener la oportunidad de ver al hombre que le gustaba de aquella forma. Se sentía como escena de alguna serie romántica, como aquella en The Vampire Diaries cuando Elena llega sin aviso a casa de los Salvatore y al entrar al cuarto de Damon lo ve así, en toalla recién salido de la ducha. Maldita —o bendita— suerte la que se cargaba él.

—Debes ir a cambiarte ya, puedes coger un resfriado. Mi calefacción no sirve muy bien —alegó mientras trataba de enfocar su mirada únicamente en el rostro ajeno, pero no podía evitar de vez en vez ver sus marcadas clavículas o parte de su pecho.

La Potencialidad [JohnTen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora