Capítulo 22

362 29 4
                                    

Lucio parecía haber estado llorando.

Estudió su cara de niño lindo, sus ojos claros y su cuerpo casi tan delgado como el de Kavi. Pero se mantuvo inmune y con el rostro de piedra.

- ¿Qué necesitas? - preguntó Fernando.

- No sabía si te iba a encontrar antes de que te fueras al trabajo - comentó Lucio, como justificando su presencia.

Aquello era bueno. Que Lucio pensara que todavía tenía un trabajo, significaba que no había escuchado comentario sobre lo sucedido en la tienda. O quizá sí y había venido a regodearse, pero eran demasiadas molestias para alguien como Lucio.

- Estoy muy mal por la forma en que terminó todo - continuó su ex. - Por la forma en la que te dejé. Yo realmente quería...

- Te fue mal con él, ¿no? - preguntó Fernando.

No había que ser un gitano con poderes para adivinar aquello.

- No tiene nada que ver eso - respondió su ex, negando con la cabeza y tirando unas lágrimas de telenovela. - Lo que pasó fue una estupidez, un brote de locura mía. Lo cierto es que no he dejado de pensar en ti en todo este tiempo y vine decirte que eres la única persona que realmente amo.

Fernando sintió una puntada de ira, directamente en el estómago.

Se dio cuenta que estaba cerrando sus puños, así que llevó sus manos hacia atrás de su cintura.

- No tengo nada que decir - dijo Fernando.

- Por favor, mi amor - insistió Lucio. - Yo sé que...

Pero Lucio interrumpió su discurso melodramático cuando vio al gitano aparecer en el pequeño recibidor.

- Oh, lo siento - dijo Kavi, con una buena actuación. - No sabía que había visitas.

El rostro de desagrado que puso Lucio en ese momento, llenó a Fernando de un placer que no pudo definir.

- Me encontré este anillo - afirmó Kavi. - Creo que no es tuyo, amor.

Y acto seguido, como si fuera algo que hiciera con tanta naturalidad, Kavi le dio un beso en la mejilla a Fernando.

- Es mi anillo - comentó Lucio.

Se palpaba la ira en su voz. Sus ojos que derramaron sus lágrimas falsas, estaban secos pero inundado por otro sentimiento más fuerte.

- Dámelo - indicó, extendiendo la palma de su mano hacia arriba.

Kavi, ajeno a sentirse intimidado por Lucio, le puso el anillo en la palma de su mano. Su ex novio cerró el puño como si hubiera atrapado una mosca al vuelo y quería asfixiarla para que nunca más volviera a volar.

- Veo que no te dolió mucho mi partida - comentó, mirando a Fernando.

Fernando arqueó las cejas.

- ¿En serio tú me vas a juzgar por eso? - le preguntó.

- Pensé que eras diferente - comentó Lucio. - No eres más que otro frívolo que espera el primer culo que se la abra. Me das asco.

- Oh, my God - murmuró Fernando.

No sabía si reírse o golpearlo.

- No quiero volver a verte - afirmó Lucio.

Se giró, sin esperar respuesta y se marchó.

- Diablos - dijo Fernando, cerrando la puerta y quedándose en el interior de su casa.

- No caben dudas de que te has liberado de la maldición - le dijo Kavi. - Si aún la tuvieras, hubieras regresado con ese sujeto.

Fernando no pudo evitar reír.

- Tal vez tienes razón - admitió.

- La próxima semana encontrarás otro trabajo - dijo Kavi. - Y ese nuevo empleo te permitirá conocer al amor de tu vida.

- ¿Eso es lo que viste en mi futuro? - preguntó Fernando, con algo de incredulidad. - Suena como a una mentira de las que se dicen.

- Puedes no creerme - respondió Kavi. - Pero de todos modos, eso es lo que va a pasar.

Kavia se acercó hacia él, rodeó su cuello con sus brazos y le dio un profundo beso de despedida.

Fernando no pudo decirle nada. No era necesario utilizar palabras para aquel momento. 

Maldición GitanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora