Una Nueva Vida

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Una semana más tarde, Fernando se volvió a despertar con el ruido de su alarma. Efectivamente, ya tenía un nuevo empleo y, aunque todavía no había conocido al amor de su vida, no dejaba de confiar que había muchas posibilidades con mucho de los chicos que había conocido.

- ¿Te parece la de juntarnos a tomar algo esta noche? - le preguntó Christian, mientras hablaban por teléfono. - Quiero saber sobre tu nuevo empleo.

- Claro que sí - dijo Fernando. - Te he extrañado.

- También yo, siendo honesto - suspiró Christian.

- Oye... - dijo Fernando, pero se llamó al silencio.

Durante toda la semana tuvo muchas ganas de preguntarle si era cierto que él lo había hecho dudar. Si acaso en algún momento se le cruzó por la cabeza la posibilidad de que ambos tengan algún encuentro íntimo. Pero descartó la idea.

- Dime - dijo Christian.

- ¿Te parece si cenamos también además de beber? - preguntó Fernando. - No me gusta tomar con el estómago vacío.

- Claro - dijo Christian. - Yo cocinaré. Lorelei ya me está poniendo los ojos en blanco. Me acusa de que nunca cocino para ella, pero que sí lo hago para ti.

- Ella va a tener que aceptar su lugar - se burló Fernando.

Caminó por las calles con el sol en contra, pero con la felicidad a favor. Era un nuevo día de posibilidades, lejos de todo el pánico que había vivido.

Iba tan feliz y entusiasta que no vio al muchacho desnudo con el que se chocó.

Un joven delgado y de rulos se lo llevó por delante. ¡Desnudo! ¡En plena calle!

- Oh, por Dios - dijo Fernando, sin dejar de estar sorprendido. - ¿¡Lucio!?

- ¡Fernando! - exclamó su ex novio. Estaba envuelto en pánico. - ¡Dios! ¡Fernando! ¡Me estoy volviendo loco!

Lucio se llevó las manos a la cabeza. Parecía estar perdiendo la razón.

- Me están pasando cosas que no entiendo... - se lamentaba. - Veo cosas que no pasan. No sé lo que es... Pensé que un chico me estaba seduciendo y, de repente, me doy cuenta que estoy desnudo... ¡en el patio de un jardín de infantes! ¡Me estoy volviendo loco! ¡Me está persiguiendo la policía! ¡Tienes que ayudarme!

Fernando podría decirle que estaba loco sino fuera porque hacía días había vivido una experiencia similar.

Entonces lo comprendió.

Lucio tenía en su dedo anular el anillo que Kavi encontró en su departamento. El gitanito le había echado una maldición a su ex. Comprender aquello le generó una fascinación que apenas pudo disimular.

- No sé qué decirte, Lucio - comentó Fernando. - ¡Sólo corre!

Lucio aceptó la indicación y echó a correr por las veredas, entre la gente, completamente desnudo. 

Maldición GitanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora