En su último viernes en Bahía Ausente, la feria estaba repleta de pueblerinos, que querían disfrutar por última vez de aquellas atracciones.
Fernando y Christian pagaron la entrada y se perdieron entre la multitud, dirigiéndose automáticamente hacia el apartado donde descansaban los camiones de transporte. No había señales del joven gitano.
- Kavi, Kavi, Kavi - lo llamaba Christian.
- No es un perro, Christian - murmuró Fernando.
- Pero tiene un nombre gracioso - se defendió su amigo. - De acuerdo, vas a tener que preguntar por él.
- Yo tuve sexo con él - le recordó Fernando. - Pregunta tú. Podrían reconocerme y matarme aquí mismo.
Era una exageración. Era más probable que el objetivo de los gitanos fuera que se suicide, y no matarlo. A como iban las cosas, estaba analizando la idea.
Christian pegó un suspiro.
- ¿No sería más sencillo si le pedimos a cualquiera que nos cante en gitano, mientras prendemos fuego el preservativo que tienes hace cuatro días? - le preguntó Christian.
- Pero corremos el riesgo de que nos echen un demonio más grande - se defendió Fernando.
Christian estuvo de acuerdo y dejó de discutir. Se dirigió hacia una mujer que iba a su paso, con camisa blanca y una hermosa pollera repleta de colores. Era una gitana vieja y gorda, y no parecía en absoluto compartir la felicidad de la fiesta.
- Disculpe, hembra gitana - la llamó Christian.
- Oh, por Dios - murmuró Fernando.
- Estoy buscando un joven de su tribu - le dijo su amigo, antes que la mujer tuviera tiempo de reaccionar. - Se llama Kavi.
Mencionar su nombre provocó un efecto instantáneo. Hizo una mueca de disgusto.
- Kavi no está entre nosotros - respondió la gitana, con un gesto como si fuera a escupirles. - Fue repudiado. Nos ha ofendido a todos.
- Ustedes son muy dramáticos - comentó Christian, como si fuera el comentario más gracioso que se le puede hacer a la gente repudiada.
Fernando lo tomó del brazo a su amigo y lo quitó de aquella charla, antes de que también ofendiera a alguien y terminara maldito.
- Creo que sé dónde lo tienen - dijo, consiguiendo que lo siguiera. - Cuando preguntaste por Kavi, la mujer miró hacia el antiguo granero.
Señaló la construcción apartada de la multitud, que se abría amplia y majestuosa por ellos.
- Creo que lo tienen encerrado ahí - indicó Fernando, dirigiéndose hacia el lugar.
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Maldición Gitana
ParanormalFernando conoce a Kavi en una feria gitana de su pueblo. Un encuentro casual y lleno de erotismo, es interrumpido por un gitano que no está a favor de estos vínculos, echándole a Fernando una maldición que lo volverá loco. Y empeorará, a menos que e...