Capítulo 17

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En su último viernes en Bahía Ausente, la feria estaba repleta de pueblerinos, que querían disfrutar por última vez de aquellas atracciones.

Fernando y Christian pagaron la entrada y se perdieron entre la multitud, dirigiéndose automáticamente hacia el apartado donde descansaban los camiones de transporte. No había señales del joven gitano.

- Kavi, Kavi, Kavi - lo llamaba Christian.

- No es un perro, Christian - murmuró Fernando.

- Pero tiene un nombre gracioso - se defendió su amigo. - De acuerdo, vas a tener que preguntar por él.

- Yo tuve sexo con él - le recordó Fernando. - Pregunta tú. Podrían reconocerme y matarme aquí mismo.

Era una exageración. Era más probable que el objetivo de los gitanos fuera que se suicide, y no matarlo. A como iban las cosas, estaba analizando la idea.

Christian pegó un suspiro.

- ¿No sería más sencillo si le pedimos a cualquiera que nos cante en gitano, mientras prendemos fuego el preservativo que tienes hace cuatro días? - le preguntó Christian.

- Pero corremos el riesgo de que nos echen un demonio más grande - se defendió Fernando.

Christian estuvo de acuerdo y dejó de discutir. Se dirigió hacia una mujer que iba a su paso, con camisa blanca y una hermosa pollera repleta de colores. Era una gitana vieja y gorda, y no parecía en absoluto compartir la felicidad de la fiesta.

- Disculpe, hembra gitana - la llamó Christian.

- Oh, por Dios - murmuró Fernando.

- Estoy buscando un joven de su tribu - le dijo su amigo, antes que la mujer tuviera tiempo de reaccionar. - Se llama Kavi.

Mencionar su nombre provocó un efecto instantáneo. Hizo una mueca de disgusto.

- Kavi no está entre nosotros - respondió la gitana, con un gesto como si fuera a escupirles. - Fue repudiado. Nos ha ofendido a todos.

- Ustedes son muy dramáticos - comentó Christian, como si fuera el comentario más gracioso que se le puede hacer a la gente repudiada.

Fernando lo tomó del brazo a su amigo y lo quitó de aquella charla, antes de que también ofendiera a alguien y terminara maldito.

- Creo que sé dónde lo tienen - dijo, consiguiendo que lo siguiera. - Cuando preguntaste por Kavi, la mujer miró hacia el antiguo granero.

Señaló la construcción apartada de la multitud, que se abría amplia y majestuosa por ellos.

- Creo que lo tienen encerrado ahí - indicó Fernando, dirigiéndose hacia el lugar. 

Maldición GitanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora