Capítulo VII: Recuerdos.

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A pesar de que me estuviera muriendo de hambre, decidí tomar una ducha primero. Estaba tan empapada en sudor que se me hacía una falta de respeto ir a un lugar con mucha gente apestando a ropa mojada. Al salir de la ducha y mientras me vestía, la cara de mi líder cruzó por mi mente. ¿Por qué diablos se había portado de esa manera? Si fuera una niña egocéntrica, diría que estaba enamorado de mí y no pudo resistir a mis encantos.

Pero no, es imposible que Nevra se enamore de la persona que más lo hace enojar junto con Chrome.

¿...Verdad?

Suspiré, cepillando mi cabello que se había convertido en una maraña de nudos. Contemplé la idea de cortármelo, ya que aparte de que me estorbaba para las misiones, al ser bastante ondulado se maltrataba muy fácil y se me metían cosas extrañas en el cabello. Por ejemplo, hoy salieron mínimo dos hojas de ahí, y una flor. Era una decisión difícil, ya que amaba mi cabello hasta la cintura.

Me dirigí hacia la cantina en el atuendo que solía usar para dormir; unos shorts deportivos y una blusa de tirantes. Más de una persona me había preguntado dónde había conseguido esa ropa de humanos, ya que todo lo de ese mundo parecía ser algo muy cotizado por estos lares. Miiko me había recomendado no decir nada sobre que yo había nacido en la Tierra, ya que muchos solían ponerse a la defensiva y discriminar a aquellos que no habían nacido en Eldarya.


—¿Tan temprano y ya andas en esas fachas?— el fauno encargado de la cantina comentó al verme.

—No es tan temprano, Karuto.— le contesté con una sonrisa burlona. —¿Qué hay para cenar hoy?—

—Para las niñas insoportables como tú, una rebanada de aire con arroz invisible.— bromeó, sirviendo una bandeja a un chico que estaba antes que yo en la fila. —Ya en serio, hay sopa. De bebidas, las creadas por el gran Karuto siempre están aquí, así que te daré la prioridad de elegir.—

—Mmm... sopa y jugo de uva, entonces.— a pesar de que las bebidas alcohólicas se veían exquisitas, no quería arriesgarme. Eran diferentes a las de mi mundo, después de todo.

—¿Aún eres muy joven para ingerir alcohol, renacuaja?— me sirvió mis alimentos, una sonrisa molestona estuvo presente en su rostro en todo momento.

—Tengo 19 años, genio.— si, no era la persona más vieja, pero mínimo era mayor de edad en mi país y aquí también. —Gracias por la comida.—


Fui en dirección hacia las mesas, pensando donde sentarme. A pesar de que no me clasificaba como introvertida, no sabía realmente donde sentarme, ya que todas las mesas habían sido ocupadas por alguien. Ya había estado tan acostumbrada a cenar tarde y que nadie estuviera ahí, sentarme en la mesa que quería y quien se uniera conmigo era bien recibido. Realmente no había hecho amistades profundas con las personas de aquí como para sentarme casualmente con ellos.

Busqué con la mirada a Leiftan, pero parecía que no había llegado aún. Ykhar se la pasaba en la biblioteca al igual que Kero, por lo que cenaban ya tarde. Joder, nunca me había sentido tan ansiosa en mi vida.


—Aerye, ¡siéntate con nosotras!— escuché una voz que me parecía familiar, pero no logré relacionarla con nadie.


Toda la tensión desapareció de mi cuerpo, y me encaminé hacia el origen de esa voz, sentándome con algo de pena. Observé por un momento los rostros de las dos chicas frente a mí, pero no podía terminar de acordarme. Agh, ¡yo y mi maldita memoria! Lo único que me quedaba era evitar mencionar el nombre de alguna de las dos a toda costa.


—Me alegra por fin poder comer contigo.— cuando la chica sonrió, me di cuenta de que era una vampiresa. —Desde que te vi sieeeempre he querido platicar contigo.—

Re;Birth [Eldarya] (Re;Birth #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora