Capítulo XXXV: Cumpleaños.

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12 de febrero, 3 de la mañana.

El día de mi cumpleaños, y, desgraciadamente, el día en que tenía que estar en la Costa Jade para arreglar algunos asuntos con los kappas. Cameria, Chrome y yo habíamos sidoelegidos para esta poco trascendental misión. Pero, ¿qué teníamos que hacer exactamente que me ponía de un humor aún más malo? Los kappas querían pagar algunos de los favores que la Guardia había hecho por ellos, por lo que querían regalar víveres, ropa nueva y ese tipo de cosas. Pero como siempre, no confiaban en los medios de envío convencionales, y querían que alguien de la Guardia recogiera todo.

Cameria había sido la elegida para la misión, pero debido a que Chrome y yo seguíamos en observación, parecía haber sido costumbre ponernos misiones inútiles para ver si nos pasábamos de listos y fingíamos hacerlas, pero hasta el momento habíamos tenido la inteligencia suficiente como para no evitar cumplir con nuestras obligaciones. Después de todo, el recordar que tendría que vivir del comercio de las baratijas que me traía Laïa no era algo a lo que quisiera condenarme.

Yo me había despertado lo más temprano posible. Quería acabar con la pesadilla de ser esclava de los kappas cuanto antes, sobre todo porque comenzaban a hablar en japonés y me ponía de mal humor no entender nada de lo que decían. Yo estaba encargada de llenar el barco de los víveres, mientras que Cameria se encargaba de herramientas y todo eso, dejando a Chrome encargado de cargar con la ropa.


—¿Esta es la última caja?— le pregunté a la mujer kappa. Ella simplemente asintió, y sin mucho esfuerzo puse la caja sobre mi hombro para llevarla al barco.


Esa era una de las cosas que había notado desde hace no mucho. No era una novedad que el hecho de pertenecer a la Guardia me había permitido tener una condición física mucho mejor que antes, pero gracias a los entrenamientos casi militares de Nevra me sentía aún más fuerte. Aunque bueno, era eso o que mis músculos estaban tan entumecidos que ya no sentía nada.

Hablando de ese maldito vampiro...

Resoplé al pensar en Nevra. Desde el incidente de hace no mucho, había hecho lo posible por mantener la distancia con él. No había optado por mis modos agresivos de casi siempre, sino de que se diera cuenta de que estaba molesta con él... o decepcionada, más que nada. No lo ignoraba, pero tampoco ponía interés en mantener una conversación con el vampiro. A diferencia de nuestras peleas pasadas, esta parecía provocarnos tristeza más que enojo, cosa que irónicamente me ponía de mal humor.

Una emoción que nunca había podido tolerar era la tristeza. No porque precisamente la odiara, sino porque era una emoción que no podía controlar y con cualquier cosa era más que suficiente para hacerme llorar o sentir mal. Las lágrimas eran algo que siempre me había costado guardarme, razón suficiente para ponerme de mal humor al respecto.

Al pasar por el vestigio de los alquimistas, decidí reposar un poco. Después de todo, el camino desde esa aldea hasta nuestro barco era relativamente largo, y tampoco quería terminar completamente molida. Algo en mí me decía que tenía que voltear al piso, y como siempre, seguí mis instintos.

Una pluma negra.

Mi corazón comenzó a bombear aún más sangre de lo que solía hacer. Rápidamente, junté la pluma, escondiéndome y observando mis alrededores. Había estudiado tan a detalle la pluma que Ashkore me había dado como para saber que lo que tenía entre mis manos era sin duda alguna del mismo dueño. ¿Pero por qué había una pluma aquí? ¿El daemon tenía planeado atacar a los kappas?

Respiré por un segundo. No, me estaba montando una película en la cabeza. Aunque era idéntica a la pluma que yo tenía, ¿qué me aseguraba que fuera de ese daemon y no de algún ave? Tenía que calmarme un poco al respecto. Aun así, para evitar cualquier cosa, guardé la pluma en la bolsa de viaje que ya había comenzado a usar por este tipo de cosas.

Re;Birth [Eldarya] (Re;Birth #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora