Epílogo.

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El tener que elegir entre dos crueles opciones me había abrumado tanto que me fue imposible dormir esa noche. Sabía que por más que una opción fuera menos cruel que otra, no le quitaba el hecho de que fuera mala. Condenarme a vivir por siempre al lado de Leiftan, siendo que el resultado sería el mismo... era increíble que esa fuera mi mejor opción. Sabía que siempre podía intentar que cambiara de mentalidad respecto a corromper el Cristal, pero, ¿qué me garantizaba que eso sucedería? ¿Qué me garantizaba que el mundo sería mejor bajo su mando?

La segunda opción que podía considerar era asesinar a alguien de la Brillante, pero... ¿en serio era verdadera justicia vender la vida de una persona para poder salvar a muchas más? Nada me aseguraba que Ashkore se sentiría satisfecho con la persona que escogiera. Sabía que él apuntaba al premio gordo; Miiko, Ezarel, Valkyon... y Nevra. Por más que pensaba en una solución a todo este embrollo, no encontraba una salida. Era como correr en círculos en un laberinto que sabías desde un principio que no tenía salida.

Incluso si Ashkore me había prometido regresarme a mi mundo si cumplía con esa tarea, sabía que eso no era algo que yo quería. Realmente lo único que lograba mantener mi apego a la Tierra en este momento era la ignorancia del peligro al que estaba condenada correr, y mi padre. Si él había considerado que vivir en Eldarya era lo mejor para ambos, no tenía razón para desconfiar de su palabra.

El hecho de huir no era algo que me gustara ni quería hacer. Dejar que personas que se habían ganado mi afecto murieran o lucharan mientras que yo disfrutaba de la vida sentada en un sillón... no podía con eso. Por más simple que se escuchaba el matar a sólo una persona, esa persona tenía una historia. Personas que la quieren. Personas que dependen de su existencia. Eran tantas cosas que involucraban el matar a alguien que el sólo pensar en que esa posibilidad estaba entre mis opciones me asqueaba de una manera enorme.

Igualmente, tenía la opción de no hacer nada y dejar de atrasar la tragedia, pero... sabía que la amenaza de Ashkore respecto a mi madre no era sólo eso. Sabía que era una promesa, y por más peleada que estuviera con ella, no podía dejar que eso pasara. Desde el momento en que decidí dejarme llevar por mi curiosidad, me había condenado a encontrar una manera de solucionar todo de la manera en la que hubiera menos pérdidas.

Mi noche de no dormir la había aprovechado de la mejor manera que se me pudo ocurrir. Por más precaria que fuera la situación, tenía que mantener mi orgullo como recluta de la élite de Sombra. Espionaje, información y estrategias; esas eran las tres palabras que nos definían. Tenía que confiar en lo que Nevra había dicho una vez sobre mí; estratega nata. Con errores, pero con talento. Tenía que pensar en cómo evitar que las cosas terminaran del modo que Leiftan y Ashkore querían, y que resultara.

Comencé con buscar alguna manera de engañar a Ashkore. Hacerlo creer que haría su voluntad, incluso hacerla, pero tener mi as bajo la manga para evitar que las cosas explotaran. Tenía pensado intentar hablar con Leiftan, por mucho que me costara. Eso haría pensar al dragón que tenía la intención de seguir sus órdenes de una forma u otra, y quitaría su mira de mí por un instante.

Sabía que era arriesgado, pero tenía planeado decirle a Miiko la verdad sobre Leiftan. Sabía que era posible que me asesinara en ese preciso instante. Sabía que podía corromper el Cristal en el momento en que yo abriera la boca, pero tenía que hacer algo. Si podía hacer algo para evitar la tragedia, lo haría. Tenía que prepararme para cualquier tipo de daño colateral, y eso incluía a mi madre. Debido a que sería muy obvio que mande a Laïa con mi mensaje de advertencia hacia mi madre, me robé a Shaïtan, quien parecía seguir mis órdenes con mucho más gusto de lo que hacía con su dueño real.


Henrietta D'Arquien.— comencé a redactar en alemán. —Estoy a punto de cometer una tontería en la cual tú podrías salir como daño colateral. Por favor, cuídate mucho y mantente alerta. Si no escuchas noticias buenas de parte de mi familiar, un Minaloo, cuida también al Black Gallytrot que posee esta carta.— firmé con mi nombre, colgué el pequeño pergamino en la pata de Shaïtan y le di la orden de ir a Reessia.

Re;Birth [Eldarya] (Re;Birth #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora