Capítulo II: La Guardia de Eel.

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El chico parecía estar pensando, hasta que su rostro se iluminó. Por sus acciones, podía parecer mala persona, pero no creía que fuera así del todo. Por su gesto, podía pensar en que él realmente quería buscar una solución.


—¡Podrías unirte a la Guardia!— tanto la señora cómo él parecían estar felices con aquella petición.

—¿A la Guardia?— pregunté, pues no suponía que ese término significara lo mismo que en mi mundo.

—Sí. Acompáñame, se lo comentaré a Miiko.— le tendió a un chico de cabello blanco su lista. —Valkyon, ¿te podría encargarque hicieras lo mismo en caso de encontrarte con el mismo problema?—

—De acuerdo.— el chico asintió. Tuve que levantar bastante la vista para verlo, pues era demasiado alto. Lo observé por un momento, y... vaya. No creí que hubiera chicos así de guapos por aquí.


No entendía ni la mitad de lo que estaba pasando, pero seguí al joven que comenzó a caminar aceleradamente. Miré de reojo hacia atrás, y me di cuenta de que no era la única que quería hacer algo por los demás, pues el tal Valkyon tenía un grupo de jóvenes ya reunidos detrás de él. Seguimos en dirección de la fila, hasta llegar al final y dónde estaba la puerta gigante.


—Miiko.— el chico comenzó a hablar. —¡Te tengo una propuesta muy buena!—

—Oh, Kero.— la supuesta Miiko parecía algo molesta. —¿Qué es ahora?—

—Esta chica,— me apuntó con la mirada. —quiere unirse a la Guardia. Es una buena oportunidad, la ayuda nunca sobra y así habrá más espacio en el refugio. Le dejé la orden a Valkyon de que hiciera esa petición a todos los que parecían tener capacidad.—

—...— la mujer-zorro me miró de abajo hacia arriba. —Mmm, tienes razón. No se ve enclenque, podría servir. Espera a que todos los espers se registren o entren, y hazles la prueba a todos los nuevos reclutas, ¿de acuerdo?—

—¡De acuerdo!— Kero iba a caminar de nuevo, hasta que se paró en seco. —No tienes a dónde ir, ¿no es así? Podrías ayudarme mientras tanto.— se dirigió hacia mí, y suspiré.

—No tengo por qué decir no, ¿o sí?— contesté, pues sería buena oportunidad para aprender algo de este mundo.


Seguí a Kero de nuevo, pero ahora el recorrido era más largo. Cuando llegamos al principio de la fila, me alegré un poco al ver que la cantidad de personas que esperaban entrar a la Guardia se había multiplicado. Atravesamos un mercado que parecía ser atendido por gatos, hasta llegar a lo que supuse era el verdadero C.G.. Parecía una gran mansión, con miles de puertas y todo. No tuve mucho tiempo de ver, pues Kero iba a un paso muy acelerado.

Subimos a la segunda planta, entrando a lo que era obviamente la biblioteca. No parecía ser una labor divertida, pero mínimo sería un lugar para relajarme de todo lo que había pasado en mi vida en menos de una hora.


—Oh, casi se me olvida.— parecía avergonzado. —¿Cómo te llamas? Con todo el ajetreo, olvidé preguntarlo.—

—No te preocupes.— sonreí de lado. —Soy Aerye. Por lo que escuché, tú debes llamarte Kero, ¿no es así?— él asintió ante mi suposición.

—Sí, y con quién acabamos de hablar es Miiko.— comentó. —En sí, necesito que me ayudes a acomodar las mesas y sillas para que se siente la mayor cantidad de gente posible, y que en cada espacio pongas un pergamino.—

Re;Birth [Eldarya] (Re;Birth #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora