Capítulo XXXI: Reessia, parte III.

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En menos de una hora, nuestro transporte de regreso al C.G. estaría aquí. Teníamos 10 minutos de tolerancia, pasado ese tiempo, tendríamos que arreglárnoslas para regresar. Y, claro, eso tampoco sería problema si no fuera porque aparte de arrestarnos, habían optado por confiscar nuestras cosas. Incluso Shaïtan había pagado las consecuencias; estábamos los tres en una celda bastante pequeña para mi gusto, sin derecho a una maldita cobija o algo por el estilo. Shaïtan había optado por acurrucarse contra Nevra, por lo que ninguno tenía problemas con el frío. Ah, ¿pero yo? Tenía que repeler las malditas corrientes de aire como pudiese, y si me comenzaba a quedar dormida, obviamente no podía seguir con esta labor y me despertaba el maldito frío.

Nevra casi abría la bocota para sugerir que nos acurrucáramos juntos, pero supuse que mi cara que plasmaba mi necesidad de golpear a alguien aparte de uno de los guardias que me habían traído este lugar como si fuera una criminal súper buscada lo había detenido. Pero también supuse que había algo más... casi estaba segura de que, bueno, mi madre había dicho algo al respecto a nuestra situación o él había escuchado.

¿Nuestros cargos? Nevra tenía dos; haber entrado ilegalmente a la ciudad y tomar justicia por su propia mano sin haber sido requerido. Por más que le quiso decir al guardia que había sido el alcalde quien nos lo había solicitado, este no le creyó y de nuevo estábamos esperando como idiotas a que el señor se dignara a aparecerse. Yo, por el otro lado, tenía esos dos malditos cargos, sumándole el haber agredido a alguien de la autoridad y daño de propiedad ajena. Sí, supuse que la puerta no fue lo único que rompí de esa casa, y para ser sincera, tampoco me interesaba.

En este momento, teníamos tres posibles soluciones; esperar al alcalde que al parecer tenía la agenda más llena que nada. Dos, esperar a que Miiko mandara el comprobante de que en realidad nuestra ayuda había sido requerida, lo cual tomaría mínimo una semana debido a la distancia entre ambas ciudades. Y tres, que era la solución que nos dejaría menos tiempo en la cárcel; esperar a alguien que estuviera encargado de asuntos de migración.

Para ser sincera, y a pesar de la situación, esta ciudad me parecía bastante sorprendente. Tenían una estructura social bastante avanzada, y a diferencia de otras ciudades de Eldarya que había visitado, esta era la más parecida a una humana por lejos. Supuse que era por la cantidad de espers en la ciudad, ya que la mayoría estaban acostumbrados al sistema de vida que la sociedad humana les había impuesto al vivir en la Tierra.


—Ae.— el vampiro llamó mi atención mientras acariciaba la cabeza de su bestia. —¿Puedo preguntarte algo? Si no quieres responder, te comprenderé y no preguntaré más.— por el tono de voz, supuse al instante el tema de su pregunta.

—No te preocupes, pregúntame lo que quieras.— a pesar de todo, prefería contestar cualquiera que fuera su pregunta que seguir con este silencio incómodo.

—Escuché tu conversación con la persona que me curó.— sentí como me tensaba de repente, pero me mantuve fuerte. —Desde el momento en que la vi, su aroma se me hacía bastante familiar. Comencé a tener mis sospechas porque físicamente son muy parecidas.— separó su vista de con Shaïtan para verme a mí. —Es ella, ¿verdad?—

—Sí.— contesté sin dar más explicaciones al respecto.

—¿Quieres hablar de ello?— no sabía qué sentir al escuchar el tono de voz que usaba conmigo en este momento; casi parecía sentir lástima por mí en este momento.

—...Sé que estuvo mal la manera en la que me expresé.— desvié la mirada. —Pero... no sé, creí que nuestro reencuentro sería diferente. Sé que mi madre nunca ha sido realmente afectiva, de hecho, la describiría como estricta y demasiado recta, pero...— antes de que pudiera continuar, llegó uno de los guardias hacia nuestra celda. Afortunadamente, no era a quien había golpeado.

Re;Birth [Eldarya] (Re;Birth #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora