Capítulo 33. Es un secreto enana

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Siento como si estuviera leyendo un libro, solo que este es un libro único, no existen copias de él porque contiene escenas y recuerdos especiales por los que ha pasado está chica llamada Hazel. En dado caso de que fuera un libro... sería mi libro favorito en todo el mundo.

Lo cerré con una sonrisa en mi rostro y decidí regresar a casa, seguramente mi familia se pregunta porque me fui corriendo y está preocupada. Me levanté de mi lugar guardando el diario en mi mochila y me despedí de Campbell quien correspondió la despedida moviendo la mano de un lado a otro esbozando una gran sonrisa.

Cuando llegué a casa me encontré con Natalie, sentada en la puerta principal.

—¿Nat?, ¿qué haces aquí? —pregunté bajando del auto.

—Jayden, ¿qué está pasando?, me has llamado tres veces y en las tres me has colgado, quiero saber porque me llamaste, además de que tengo que hablar contigo sobre Ethan.

—¿Qué sucede con él? —dije estando frente a ella.

—Vi un vídeo de ustedes peleando a golpes, con razón tienes esa pequeña herida de labio y esos moretones, ¿qué fue lo que pasó? —preguntó mirándome muy preocupada.

—Ethan me invitó a una fiesta en casa de una tal Sidney, cuando me iba de la fiesta le conté sobre mi nuevo cambio, además de mostrarle mis lente,  le dije que ya no quería beber más alcohol o acostarme con las chicas, pero se molestó y comenzó a golpearme.

—Ya veo... hablé con él en la mañana en cuanto vi el vídeo de ustedes pero me dijo que no quería hablar de eso y me colgó.

—Bueno, cuando me de una buena explicación del porque lo hizo hablaremos —dije sentándome a su lado frente a la puerta de la casa—. Por ahora quiero contarte una cosa.

—¿Qué cosa?

Suspiré y tomé mi mochila, quería contarle a Natalie sobre el diario porque ella es mi mejor amiga, y sé que no me traicionaría como Ethan, al contrario, ella me ha apoyado en cada decisión que he tomado, así que saqué el diario de mi mochila y se lo mostré.

—El otro día, cuando fuimos a la cafetería a la que me invitaste me encontré con este diario, es de una chica y se llama Hazel Miller, ¿la conoces? —le pregunté con un poco de esperanza a que dijera que sí.

—No, pero... ¿no te han dicho que tomar cosas que no son tuyas es malo Jayden Harris? —dijo regañándome.

—Si, lo sé pero ya sabes que soy un rompe reglas enana.

—Bueno eso no lo puedo negar.

—Quiero que guardes este pequeño secreto y que quede solo entre los dos, ¿de acuerdo?

—De acuerdo chico malo.

Nat se recargó en mi pecho y me abrazo.

—Siempre te apoyaré en cualquier cosa, si quieres mi ayuda o no de todos modos te la daré, recuerda que si tú te hundes en el fondo yo me hundiré contigo.

Sonreí y rodee mi brazo en el cuello de Nat sonriendo.

—Gracias enana, yo también me hundiré contigo si tú lo haces, amarraría mi pierna con una soga a un saco enorme de arena por alcanzarte y tenerte entre mis brazos para que no tengas miedo.

—No le tengo miedo a nada, excepto a la comida de la cafetería cuando es Jueves —dijo entre risas—. ¿Entonces es una promesa? —dijo estirando su dedo meñique.

—Si, a nadie le gusta tanta cebolla y bróculi en el almuerzo —dije entre risas—. Es una promesa —entrelacé mi dedo meñique con el suyo—. Aunque lo del saco de arena es un decir.

Sonreí al saber que cuento con ella en cualquier situación.

—Eso ya lo sé, yo no permitiría que te amarraras un saco, pero bueno... —dijo Nat separándose del abrazo.

Nat se levantó y me ayudó a levantarme a mí también.

—¿Estás listo para nuestra graduación? Es en algunos días —dijo mirándome sonriente.

—¿Qué? Oh es verdad, había olvidado que ya estamos por salir.

—Si, ¿ya sabes con quién irás al baile? —preguntó mirándome.

—No... —dije pasándome la mano por la nuca.

—Jayden Harris, el chico más deseado de la escuela, ¿no tiene pareja de baile? —preguntó Nat alzando una ceja—. No me lo creo, hay pirañas que morirían por darte un mordisco.

—No, no tengo porque no quiero ir con ninguna chica de la escuela.

—Bueno, te dejaré para que lo pienses y... para que continúes con tu exploración en la privacidad de alguien más —dijo mirando el diario fijamente.

—Oh, es verdad, me alegra habértelo contado Nat.

—Para eso estamos los amigos, pero bueno ya tengo que irme.

—Hasta luego enana.

—Hasta luego idiota —dijo caminando a su casa despidiéndose con la mano.

Luego de despedirme de Natalie guarde el diario en la mochila, entré a casa e inmediatamente fui recibido por mis hermanas, quienes brincaron encima de mí y me tiraron al suelo.

—¡Vaya! —grité sorprendido.

—¡Hermano!, nos tenías preocupadas, pensamos que te había pasado algo.

—Perdona, solo fui al café de la otra vez.

Mi hermana Diane me abrazo más fuerte y sonrío.

—Que bueno que estás bien.

—Gracias por preocuparte pequeña —sonreí.

Luego de tal abrazo me levanté y me senté en la sala para pasar un rato agradable, todos juntos como hermanos.

—Por cierto, no he visto a papá, ¿dónde está?

—Fue a trabajar —dijo Emilie mirándome.

—Ah, ya veo.

—Si, ahora que estás usando lentes —dijo Emilie entre risas.

—Ja ja, muy graciosa —solté una risa sarcástica—. Buen chiste mocosa.

—¿Quién quiere ver Aladdín? —preguntó Diane emocionada ignorándonos.

Supongo que al final, mi hermanita me ha atrapado en el mundo de Disney... temo que cederé, cuando era pequeño me gustaban mucho sus películas y supongo que ver Aladdín no hará ningún daño.
Prepare unas palomitas y me serví un refresco, a Emilie también y a Diane le di jugo de manzana; me senté en el sofá junto a mis hermanas y aproveché la situación para relajarme un poco.

Este NO es mi Diario |Amor entre Diarios #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora