Intento 107

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Cuando Tsi y Alex fueron a buscar a Samir y Mandi al CTC, los encontraron observando con gran detenimiento cada rincón del laboratorio de Ciencias Astronómicas. Tsi les dijo que debían regresar cuanto antes, que una vez que se reunieran con Samuelsen y Malcini les explicaría lo que acababa de descubrir. Mientras caminaban rumbo a casa, el estudiante del Einstein no pudo dejar de notar que ella aceleraba un poco el paso cada ocasión que se cruzaban o estaban cerca de uno de esos tipos vestidos en enterizo pálido casi luminoso.

Una vez llegados,  la dueña del recinto los dejó en la cocina, donde Alexander les contó acerca de los supervisores, su inusual número en Crunjick y que ella parecía haberse enterado del porqué de eso. Por su parte, la je-morina fue a la tienda y anunció a sus dos nuevos encargados, que cerrarían un poco antes de lo normal porque deseaba discutir con ellos un asunto urgente. Malcini protestó, todavía quería continuar trabajando, mas al notar la seriedad y urgencia de la joven desistió del asunto. Él sugirió hacer el balance del día, pero ella le comunicó que lo dejarían para más tarde y lo tranquilizó prometiéndole, que le mostraría cada detalle para que fuera capaz de hacerlo solo la próxima vez. Samuelsen no objetó nada, se sentía como en las nubes solo pensando en la cita que tenía para el día siguiente con Rit.

Ni bien entraron los tres en la cocina, Mandi inició la conversación,

"Bueno, Tsi, ya estamos todos juntos. Cuéntanos por favor qué es tan importante."

"Cuando estuvimos Alex y yo en el parque," comenzó ella, "escuché de pasada el nombre de mi abuelo y su propiedad en Francestomia. Eran dos supervisores los que estaban hablando del asunto. No es que a mí me guste oír charlas ajenas," se apresuró en apuntar, "pero se me hacía muy extraño que hubiesen tantos supervisores en Crunjick, no podía evitar ponerles atención cada vez que pasaba cerca de ellos, y eso significaba sentir sus vibraciones."

"Un momentito," interrumpió Malcini, "¿Quién rayos son esos supervisores?"

Y con eso, la muchacha sin cabellera pasó a explicarle con paciencia quiénes eran, lo qué hacían y, sobre todo, cómo era raro en grado sumo que hubiesen tantos por acá.

"Hummm..., eso me huele feo. No es que tenga complejo de persecución, pero a lo mejor el Jefe tiene conexiones con ellos y me andan buscando..."

Alex no pudo aguantarse soltar la carcajada, sin embargo, al ver la cara de seriedad de Tsi se detuvo al instante.

"No está muy lejos de la verdad, señor Malcini; lo están buscando, pero no solo a usted, sino también al resto de ustedes. Y no es el Jefe, es La Luz."

Todos se quedaron boquiabiertos; era una situación que no se esperaban. Ya sabían que debían ocultar su presencia a la dichosa Luz, ahora, eso iba a ser mucho más difícil si aquella pensaba que ellos se encontraban allá y, peor aún, que los estuviera persiguiendo.

"Pero, ¿cómo es posible? Ninguna persona aparte de ti, Tsi, 76 y 77, conocía del túnel de convergencia y nuestra futura llegada. 76 y 77 desaparecieron junto con la base de Francestomia y, de hecho, tú no has mencionado esto a nadie, ¿verdad?" intervino el chico Hafar.

"¡Qué te pasa, Samir! ¿Se te ha quemado el cerebro? ¡Obvio que Tsi no ha dicho nada!" replicó su amigo pelirrojo bastante molesto.

"No es eso, Alex, no te pongas así," repuso él. "No se me ocurre que ella haya hablado con alguien relacionado a La Luz. Solo que..., pueda que..., que si contó algo de esta historia a algún amigo, y él le contó a otra persona, y esta a otra, y eso llegó a La Lu..."

"¡Amigo!" cortó el aludido de inmediato, más furioso todavía, "¡de qué amigo estás hablando!"

Tsi posó su mano en el hombro de Alexander con delicadeza y él comprendió el mensaje de ese gesto amistoso: estaba actuando como un completo tonto y eso no era yaba en lo absoluto.

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