Capítulo XIV

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Lo habían conseguido, frente a toda posibilidad, los tres fugitivos estaban próximos a la salida y totalmente ilesos.

Sin embargo, pese a su aparente fortuna, Anne comenzó a alterarse cuando sus ojos inquietos no captaron al oficial que dormitaba en la recepción.

—Algo anda mal— musitó y como si la sola exteriorización de aquel temor lo volviera cierto, en un pestañeo el sistema de alarma se activó, y un grupo de oficiales armados empezaron a rodearlos.

—¡¿Qué hiciste malnacido?!— vociferó Mónic, quien aún tenía a Jack como rehén.

—Él nada, fui yo— anunció Kalani, que apareció en escena, recargado en otro compañero.

El estado de su pierna era lamentable, y requería atención médica inmediata, pero aun así se las había ingeniado para fastidiar.

—¿Creyeron que no tendría forma de salir de una celda del pánico desde adentro? –preguntó retóricamente, con un ápice de ironía—. Cada uno de nosotros conoce el código de salida, por si "accidentalmente" nos quedáramos atrapados.

"Algo factible considerando su IQ" pensó Steven.

Pero la obviedad de la situación resultó muy molesta. Pese a las precauciones que habían tomado de asegurar bien la puerta de la celda, la llave estaba en la cabeza de Kalani.

"Debimos volarle los sesos" meditó Mónic.

Tiempo después el trío estaba nuevamente retenido, a la espera de ser interrogados.

Más tarde se les practicaría a Mónic y a Anne la operación para insertarles el microchip en el sistema límbico y pasarían a las celdas del pánico, junto con Steven, donde aguardarían hasta ser juzgados y finalmente transferidos a otra institución carcelaria de mayor magnitud a cumplir la condena que les tocara a cada uno.

El panorama era totalmente desalentador y más lo era tener que soportar ver a Kalani regodearse mientras interrogaba a las recientes prisioneras.

—¿No le parece irónico señorita Hale que después de años de escritorio, escribiendo noticias en la sección policial del N.Y Times, al fin usted misma sea primicia? ¡Debe ser lo más emocionante de su carrera! Aunque tal vez debería decir "ex carrera" — se mofó.

A esas alturas de la madrugada ya se lo veía totalmente restablecido, su herida había sido atendida -aunque de todas formas para caminar debía hacerlo ayudado por una muleta- y su humor era exasperante.

—¿Y qué me dice usted señorita Jones?— dijo cuándo fue el turno de la otra chica—. ¡Tantos años atendiendo patologías psiquiátricas y usted misma terminó en el diván, totalmente chiflada hablando de "Conspiraciones" y del "Fin del mundo"!

Anne guardó silencio ante sus provocaciones, desviando la vista para un punto fijo de la habitación del polígrafo, negándose a prestar declaración.

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