La tierra. Año 2060.
Anne Jones, es psiquiatra en Nueva York y ve esfumarse, evaporarse, ante sus ojos a una de sus pacientes, la cual sufría delirios apocalípticos. La última palabra que aquella logra pronunciar antes de desaparecer es "ARCA"
Dese...
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—No bajen del vehículo aún—sentenció Mónic, impidiendo que Anne y Steven descendieran–. Tengo que anular sus rastreadores de GPS o toda esta aventura de fugitivos acabará peor de lo que espero.
"El optimismo de esa mujer es inmejorable. Aunque lo compensa su belleza" pensó Anne con ironía, mientras le tendía el brazo a la hermosa fémina, quien deslizaba por el, un inhabilitador electrónico.
Antes, Steven le había explicado, para su tranquilidad, que el automóvil estaba revestido con un material aislante que bloqueaba cualquier intento de rastreo satelital, y por eso la policía no podría seguirlos. Pero fuera de esa cápsula de seguridad, ambos eran perfectamente rastreables.
Luego de que la chica repitiera el mismo procedimiento con su ex novio, los tres ingresaron a la vivienda que se mimetizaba a la perfección con el paisaje boscoso circundante.
Su interior tampoco distaba mucho del ambiente natural del entorno. Los paneles digitales reflejaban un puñado de tupidas coníferas, así como también una representación virtual del lago, que quedaba próximo a la propiedad.
De tanto en tanto, la quietud de la imagen sensorial, era interrumpida por el vuelo fortuito de una parvada de aves, por el movimiento de las copas de los árboles o el oleaje del agua, dando la impresión de un falso viento las mecía.
Anne recordó el árbol de Sakura que había en los paneles de su cuarto, en su departamento, que ocasionalmente también lloraba sus rosados pétalos, y sintió nostalgia de su casa, a la cual no podría volver por largo tiempo.
Enfocó sus ojos miel en el resto del mobiliario que componía la decoración de la propiedad del desaparecido Arthur y observó varios dispositivos y demás artilugios electrónicos distribuidos sobre la mesa de la sala, que prácticamente había sido convertida en un tablero, con aquel computador de pantalla holográfica táctil, muy similar a las que había visto en la Estación.
"Las reformas de Steven" en la casa de su amigo se hacían notar.
Durante el viaje, aquel le había confesado a la psiquiatra que su arresto había sido algo premeditado, como bien había sopesado ella con antelación. Le dijo que, en efecto, necesitaba acceder a la computadora central de la Estación de policía para obtener "ciertos datos" y que solo lo podía hacer desde la sede. No había manera de conseguirlos de forma remota, eso lo sabía bien, por eso había tenido que elaborar todo un plan y dejarse detener.
Días antes de ese hecho, había mudado sus pertenencias -dispositivos electrónicos básicamente- a dicha vivienda, y en su apartamento había sembrado pistas falsas, entre estas, computadores obsoletos, vacíos de información relevante y repletos de enlaces que volverían locos a "esos polis", por su contenido codificado y poco apropiado.
Una vez en la Estación había hecho lo suyo, burlando previamente los sistemas de "monitoreo" de la Sala de Interrogatorios.
—Es bastante fácil hacerlo —le había dicho Steven a Anne—. Sobre todo si has colaborado en el armado de los paneles holográficos —reveló, para su sorpresa y añadió que no solo podía controlar la polaridad de los mismos, sino también proyectar en ellos, imágenes predeterminadas.