Capítulo XVIII (Parte III)

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Anne cruzó y descruzó las piernas en un gesto nervioso

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Anne cruzó y descruzó las piernas en un gesto nervioso.

"¿Acaso he oído bien? ¿Jack ha estado dentro de esas ominosas celdas? "

—Sé que debes estar sorprendida, pero no pienses que porque soy policía soy también un santo que jamás he violado la ley —declaró y razón tenía. Era absurdo ese pensamiento. Todo mundo tenía un pasado tormentoso, en mayor o menor magnitud. El ideal del ser humano perfecto era una utopía. La cuestión era que algunos hombres eran más habilidosos que otros y sabían mantenerse al margen de la ley. Steven lo había hecho por años—. Casi cometo un homicidio en un momento de locura—soltó, casi de inmediato, a la espera de las reacciones de la contraria.

Anne permanecía cauta, rígida, deseosa de tener su tableta digital donde hacía sus anotaciones, con el fin de entretener sus manos, sobre todo, pues ya no sabía dónde colocarlas. Finalmente optó por entrelazar sus dedos sobre el regazo.

—Todos tenemos "momentos" de inestabilidad y debilidad Jack, lo sé por experiencia... La diferencia es que algunos cuentan con el suficiente poder de autodominio para refrenar sus impulsos a tiempo. Y tú lo has hecho. Caso contrario no estaríamos hablando de un probable, y ese "casi" se hubiera transformado en una realidad irrevocable—repuso la psiquiatra, haciendo acopio de su formación profesional.

—Tienes razón, pude frenarme a tiempo en nuestra realidad, pero no lo hice dentro de la celda, en esa realidad alterna que yo creía verdadera—reveló—. Ahí porté la máscara del homicida incontables veces, y cada vez que lo hacía ganaba un poco más de repudio por parte de ella, de Johanna. Su indiferencia, su desprecio y su abandono constituían mis más profundos temores.— exhaló hondamente, pero en el proceso soltó mucho más que aire. Dejó ir también partes de esa turbia historia que solo sus allegados conocían y lo hizo porque deseaba que Anne viera mucho más allá de las apariencias. Con esa confesión él le estaba mostrando también parte de su alma.

—Entiendo que debías descargar en algún punto todas tus cargas y frustraciones... Pero tuviste valor para refrenarte la primera vez, y también tuviste fortaleza para erradicar aquellos malsanos deseos al final. Caso contrario no hubieses salido de la habitación del pánico jamás— señaló la psiquiatra.

Jack formuló una sonrisa ladeada.

—Eres sin duda muy profesional doctora— indicó, volteándose hacia ella, atando sus miradas por algunos segundos, demasiado efímeros como para comunicar algo realmente significante—. Me has oído sin juzgar y más importante, has creído en mí, pese a mi falta de confianza hacia ti antes. Gracias...—musitó y de inmediato se levantó de su asiento, enfilando hacia la puerta.

"¿Acaso quiere irse? ¿Por qué?" Aquel pensamiento sacó a Anne del rol profesional en el que estaba inmersa y avivó nuevamente sus ansias.

Entonces se incorporó, más rápido de lo que pensaba, y comenzó a aproximarse hacia él, cerrándole el paso con discreción.

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