Capítulo V

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—Bien, haremos esto simple—dijo Jack, una vez que los prisioneros se encontraban en la Sala de Interrogatorios, aunque separados en diferentes secciones, para ser interpelados uno por vez. En este momento, era el turno de Anne—. Me ahorraré de preguntarte los motivos por los cuáles irrumpiste en propiedad privada, porque ya los sé. Lo que quiero saber ahora es ¿Dónde encontraste esa fotografía?

—Ya lo dije oficial Smith, estaba en la casa de Michelle, mi paciente. Sobre la chimenea, para ser más precisa. Fue el único objeto de su pertenencia que pude hallar. Lo demás pareció desaparecer junto con ella — respondió la joven, mientras se frotaba las rojizas aureolas de las muñecas con las yemas de sus dedos.

Jack le había retirado las esposas una vez que estuvieron solos en aquel recinto, cuyas paredes estaban revestidas por unos paneles de acabado platino, pero las marcas tardarían un poco más en irse de su pálida piel.

—Hablé con la inmobiliaria para corroborar datos. El departamento figura deshabitado hace meses —comentó Jack, decepcionado—. Pero suponiendo que esa información haya sido sesgada de algún modo. Piensa esto señorita Jones, ¿por qué todas las pertenencias desaparecieron excepto la foto? Y pretendamos que las cosas no desaparecieron por arte de magia, como su paciente, para darle mayor crédito a tu versión de los hechos, sino que "alguien", una persona real, se las llevó—siguió Jack, quien se encontraba sentado, en el lado opuesto de la mesa oval, del mismo color plata que las paredes, frente a Anne—. ¿Por qué ese individuo se tomaría el meticuloso trabajo de vaciar toda una propiedad, para no dejar huellas, y dejaría perfectamente a la vista la fotografía?

Anne lo meditó un momento.

—Quizá se le pasó por alto—dijo mordiéndose el labio, aunque tampoco ella creía esa teoría. Jack negó con un movimiento de cabeza—. Lo sé, sé que lo que digo resulta difícil de creer, pero es cierto. Esa es la casa de Michelle, la casa que yo misma he visitado cuando le llevaba las medicinas personalmente para que continuara su tratamiento —Anne se sentía cada vez más impotente y desesperada.—Sino vas a creerme, pregúntale a Steven, el otro prisionero. Él también vio volatizarse a su mejor amigo frente a sus ojos.

El policía elevó una ceja, y dirigió la vista hacia el joven, el cual podía ver a través del cristal que separaba las secciones del cuarto, de manera que también lo tenía vigilado. El vidrio era anti sonoro, hermético, y la polaridad era manipulable para cambiar de sentido. En ese momento solo Jack podía verlo, mientras que Steven solo veía su imagen reflejada en un espejo. Pero cuando cambiara de espacio y fuera su turno de ser interrogado, el oficial invertiría el sentido y sería Anne quien no podría verlos a ellos.

—Veo que tuvieron tiempo de intercambiar historias e identidades—señaló Jack, con perspicacia.

—Solo él. Estaba desesperado porque tu compañero no le ha creído y simplemente estaba descargando sus frustraciones conmigo...

—Deberías también cobrar por las secciones fuera del consultorio doctora—dijo él, algo sardónico. Era evidente que no le estaba creyendo una palabra. Incluso, quizá ahora también pensara que Steven y ella se habían complotado para narrar la misma disparatada historia.

—Me están vigilando—soltó Anne sin más, en un intento de retomar la trayectoria original de los hechos, que solo a ella le competían, dejando fuera la historia de Steven. Jack cambió la expresión de su rostro a una más seria y frunció sus tupidas cejas, ensombreciendo el matiz de sus ojos—. El mismo día que Michelle despareció, fui a mi apartamento, y comencé a buscar indicios, pruebas de su existencia. No encontré nada en la base de datos de mi tableta digital. Alguien la había hackeado y borrado específicamente su información. Pero recordé la dirección de su prima, el único familiar que ella tiene en la ciudad, de la cual yo tenía conocimiento, pues siempre pido un contacto de referencia, en caso de que el paciente entre en un estado crítico, y deba avisarle a algún allegado. Fui hasta la casa, y la mujer dijo no conocer a esa persona...—Jack la miró con una expresión de "Ahí lo tienes" y ella torció el gesto—. Pero mentía. Lo sé porque primero pareció identificar de quién hablaba. Iba a decirme algo, y al momento se retractó y alegó desconocimiento. Cuando volví a mi casa, era de noche; estaba exhausta y estresada, así que  me recosté en la cama y cerré mis ojos un momento. Cuando los abrí, vi a una persona. El reflejo de una silueta de un hombre, en la ventana. Creo que también ese sujeto pudo estar vigilando y presionando a la prima de Michelle, para que no hablara.

De toda la historia absurda que Anne le había narrado, Jack solo había rescatado la última parte.

—Si sintió que alguien la ha estado vigilando u hostigando señorita Jones, debió dar aviso a las autoridades—indicó—. ¿Cómo era el individuo?

—No lo sé, estaba oscuro. Y solo fue un momento el que lo vi... Fue como un destello y luego nada.

—¿También se volatizó frente a sus ojos?—adujo él.

"Okey esto es el colmo" Anne lo odió en su fuero interno y aunque sabía que su historia carecía de sentido, decía la verdad. Tenía que haber un modo de verificarlo.

En ese momento la revelación se presentó.

—Si no me crees, sométeme al polígrafo—sentenció ella.

—De hecho, toda esta habitación es un polígrafo señorita Jones. Hay sensores hipersensibles repartidos por esos paneles, que miden las variaciones en su tono de voz, su temperatura, y los cambios en los latidos de su corazón. Además, las cámaras analizan sus signos corporales, sus gestos faciales, y los datos son enviados directamente al computador para que pueda procesarlos. Jack, oprimió un botón que sobresalía de la mesa, la cual resultó ser un tablero, y una pantalla táctil se materializó frente a ella. Una serie de códigos, aparecieron en la misma. El software inteligente leía los datos y los decodificaba, mostrando luego de unos instantes un resultado final.

—¿Y cuál es el resultado?—indagó la morena con ansiedad, pues ella no llegaba a descifrar la respuesta.

Jack enmudeció un momento y su silencio la puso aún más nerviosa. Inspiró hondo y sus ojos amielados se ataron en los del oficial.

—Los sondeos indican que has dicho la verdad.

—Los sondeos indican que has dicho la verdad

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