Capítulo XXII. El ARCA (Parte II)

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¡Atención pasajeros/ lectores del Arca1!

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¡Atención pasajeros/ lectores del Arca1!

Ya han salido del estado de animación suspendida y sus recuerdos los embargan, pero aún no entienden del todo qué pasa?

Bueno, con gusto ARCA.DIS se los explicará. 😉

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—Le presento a ARCA.DIS— indicó Jane, quien me había dirigido a otro sector de la desmesurada nave espacial. El nuevo espacio era completamente tecnológico. Un cuarto compuesto por tableros digitales y pantallas holográficas, que provocaban la sensación de estar dentro de una súper computadora—. Nuestro sistema inteligente y la pieza faltante del rompecabezas —explicó la chica—. Adelante, salúdelo.

—Hola...ARCA.DIS— titubeé, algo insegura.

Los sensores de la supercomputadora que parecía estar en estado de reposo se activaron, reaccionando ante mi voz.

—Bienvenida doctora Jones. Me da gusto tenerla del otro lado— expresó la máquina, con una voz bastante humana, afable, masculina.

—Gracias—respondí, mientras mi cerebro me enviaba nuevos destellos memoriales, deshilvanados, inconexos.

—¿ARCA.DIS serías tan amable de recordarnos cómo fue tu nacimiento? —apremió Jane.

—Será un placer Jane—respondió el sistema inteligente—. En sus estudios sobre las psiquis humanas de los individuos en estado de animación suspendida, la doctora Jones Anne; destacada erudita en la materia, determinó un muy bajo índice de actividad cerebral, que podía traducirse en serios trastornos anímicos al momento de despertar—mientras hablaba, ARCA.DIS transmitía en sus pantallas una filmación que acompañaba la explicación. En la misma podía apreciarse parte del trabajo que había realizado en ese tiempo dentro de la nave —. La doctora llegó a la conclusión de que el descenso de actividad podría deberse principalmente al tipo de suero que los científicos le suministraban a los sujetos para inducirlos al estado de reposo, que además de disminuir sus funciones vitales, inhibían los sueños. Fue entonces que con ayuda de un equipo, compuesto por los más brillantes especialistas de diversas áreas del conocimiento, la doctora comenzó la búsqueda de una solución óptima a este problema.

—¿Y ahí naciste cierto?—aventuré,  rememorando los sucesos.

—Exacto. Fue el prestigioso profesor Downer Ian Steven, que llevaba años trabajando en un sofisticado sistema inteligente que revolucionaría la informática, quién hizo las modificaciones pertinentes para adaptarlo a las necesidades de los pasajeros de ARCA1, conocidas a partir de sus investigaciones, dando como resultado mi nacimiento—informó ARCA.DIS—. Me gustaría añadir también que tengo el honor de que mi nombre lleve las siglas del suyo debido a que él fue el principal creador. Aunque eso no la vuelve menos importante para el proyecto doctora, ni aminora mi reconocimiento hacia usted.

Volví a sorprenderme de la fluidez y la elocuencia con que ARCA.DIS se expresaba, pues asemejaba mucho a un humano, sobre todo en su capacidad de "adulación".

—Muchas gracias por esa explicación ARCA.DIS— dijo Jane—. Ahora, ¿podrías decirnos para qué fuiste creado exactamente, lo que eres capaz de hacer?

—Seguro. Aquí viene la parte más compleja de explicar, así que intentaré hacerlo valiéndome de un léxico sencillo para facilitar su comprensión—indicó ARCA.DIS—. Como sabrán, un sistema inteligente se caracteriza por una serie de destrezas que lo vuelven tal. Una de mis potencialidades es mi programa de realidad virtual capaz de recrear la vida en la tierra. Sería algo así como una simulación extendida, a gran escala. Cada punto geográfico conocido en el globo, tiene su equivalente en esta realidad virtual y eso es gracias a que poseo la base de datos más completa y compleja que se haya desarrollado en la historia informática. ¿Fui lo suficientemente claro?

—Sí, comprendo lo que dices ARCA.DIS. Tú eres capaz de crear un espejo de la tierra—observé.

—¡Perfecto doctora! Ni yo lo podía haber expresado mejor— dijo la máquina, y continúo su explicación—. Dentro de esta realidad virtual puedo añadir, además, animaciones humanas dotadas de la más avanzada inteligencia artificial. Las mismas son capaces de desenvolverse allí como lo hacían las personas reales en el planeta tierra. Es decir, que estas "representaciones animadas" pueden pensar, hablar, resolver problemas, manifestar emociones...

—Sí, he entendido. Tus animaciones son como nuestros androides—indiqué.

"ARCA.DIS es como una especie de Dios en el universo virtual que creó. Y nosotros fuimos los Dioses creadores de este Dios." Reflexioné en ese momento, como también lo había hecho en el tiempo que Steven hacía la presentación formal del Software a nuestros superiores.

Ahora todo iba cobrando sentido.

—¡Magistral doctora!— felicitó ARCA.DIS—. Pero falta añadir algo más, un elemento que es fundamental y que le otorga propósito a mi existencia: los verdaderos humanos, en este caso puntual, los pasajeros de la nave. Ellos también pueden coexistir aleatoriamente en mi realidad virtual, junto a mis propias animaciones, pues gracias al arduo trabajo del equipo, las mentes de estas personas están interconectadas conmigo. Claro que esta "existencia" dentro de mi mundo es metafórica, ya que son sus avatares los que habitan allí. Sus cuerpos jamás abandonan el recinto donde reposan.

—Ya voy entendiendo las cosas, y...   —suspiré— creo que necesito sentarme.

   —suspiré— creo que necesito sentarme

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