Si hay algo de lo que está seguro, es que jamás quiso ser padre, pero cuando conoció a su actual esposo no pudo evitar proyectarse con él, una acogedora casa, un perro y al amor de su vida llevando en su vientre al producto de su amor. En un momento de su relación le dijo a JiMin que no quería tener hijos, lo cual fue una gigantesca pelea debido a que su pareja quería exactamente lo contrario; no se vieron por días y ninguno quería cambiar de opinión, sin embargo se dieron cuenta que no importaba lo que sucediese, se amaban tanto que los detalles eran sólo eso... detalles.
Llevaban dos años de matrimonio, habían logrado tener su casa y consideraban que no necesitaban nada más. Un día YoonGi llega inesperadamente temprano a su hogar, encontrándose con lastimeros sollozos que venían del baño, la puerta estaba bloqueada.
—¡JiMin! ¡Por favor ábreme!
—¡No!
—Amor dime que está pasando, ¿Por qué lloras? —el menor abrió sólo un poco la puerta, espacio suficiente para que sólo se vieran sus ojos llenos de lágrimas.
—Si te lo digo me vas a dejar.
—¿Cómo podría dejarte? Dime que está sucediendo.
—Estoy embarazado.
Pasaron unos segundos de silencio que realmente se sintieron como horas, los dos se veían fijamente a los ojos. YoonGi intentó decir algo pero tenía un nudo en la garganta, un bebé... Estaba feliz, inexplicablemente feliz.
—Sé lo que piensas al respecto de los hijos, y no te obligaré a hacerte cargo si no lo deseas. Y-yo me iré lejos y no tendrás que vernos.
—¿Estás loco, Min JiMin? ¿Cómo crees que dejaré irse a las personas que amo con locura?
—¿Estás jugando conmigo?
YoonGi tomó en sus brazos a su esposo, riendo y abrazándolo con cuidado.
—Te amo, sé que un bebé no estaba en nuestros planes pero nada cambiará el hecho de que te ame, y todo lo que venga de tí.
Los meses siguientes fueron rápidos, le tocaba saciar cualquier antojo que JiMin tuviera pero le hacía sumamente feliz ver como su vientre aumentaba de tamaño, su bebé formándose y amándolos.
Min JungKook nació el primer día de septiembre, era un bebé sano y hermoso. Se aferraba con todas sus fuerzas a la ropita de su papá YoonGi, lo reconocía y se sentía inmensamente protegido en el pecho de su padre.
Llegó finalmente el día en donde podían irse a casa, JiMin estaba aún con las secuelas de dar a luz por lo que lo dejó dormir mientras él cuidaba de su bebé.
El problema era que... realmente no sabía cómo cuidar de un pequeño ser humano.
Todo parecía estar bien, ambos estaban recostados en el sofá hasta que su hijo empezó a llorar.
—No Kookie, papi está durmiendo, deja de llorar. —Empezó a caminar con él en brazos, acariciando su pequeña espalda tratando de parar los sollozos pero no resultaba. —Debes tener hambre, ¿Verdad? Por suerte JiMin dejó una fórmula lista y calientita para tí.
Posicionó a JungKook tal como le habían enseñado y acercó lentamente el chupete a la boquita del bebé, felizmente empezó a beber parando así el escándalo. YoonGi suspiró, había superado exitosamente la primera complicación. Cuando terminó de comer, lo puso derecho mientras lo movía celebrando; escuchó a JiMin acercarse pero estaba demasiado feliz como para escuchar la advertencia que su esposo le estaba dando.
—¡YoonGi, acaba de comer! Va a vomi-
Demasiado tarde, el pequeño había devuelto todo lo digerido en la ropa de su querido papá. Le pasó el bebé a su Mochi y se retiró en silencio para darse una ducha.
El enojo —sin embargo— le duró poco, luego del baño fue inevitable para él no tomar en brazos al nuevo hombre de su vida para arrullarlo, sólo quería sentirlo cerca de su corazón y ver su calmada carita. JiMin lo abrazó por detrás y se apoyó en su espalda.
—Serás un buen padre cariño.
—Gracias por darme una hermosa familia amor.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.