JiMin cursaba su último año escolar, casi finalizándolo, estaba feliz de que por fin todo terminara pero por otro lado lamentaba profundamente no ver más a su profesor.
Porque estaba enamorado de él.
Sin embargo no se puede declarar debido a su baja autoestima, sus compañeros se burlaban de él y lo dejaban solo. ¿Cómo alguien tan atractivo como Min YoonGi se fijaría en él?
—Hola JiMin. —sintió que alguien hablaba detrás de él.
—Hola. —habló bajito.
—Estábamos hablando con los demás sobre una despedida que queremos hacerte.
—¿A mí? —sonrió esperanzado.
—Ya lo tenemos listo, acompáñame.
Su compañero lo guió hasta la cancha de deporte, había tapado sus ojos para que no viera nada. Estaba ilusionado, ¡Una despedida sólo para él!
«Quizás no me odian» pensó.
—Ahora te dejaré ver, ¿Está bien?
—¡Sí! —respondió entusiasmado.
—Aquí vamos. —sacó la cinta y ahí estaban todos sus compañeros, pero con globos en manos.
Todo pasó muy rápido, sintió como chocaban con su cuerpo y el agua estallaba sobre él, harina se pegaba por todos lados y huevos eran lanzados. El ambiente se llenó de risas y burlas, comenzó a llorar provocando más revuelo a su alrededor.
—¡Basta! —un grito se escuchó y todo quedó en silencio.
—¡Profesor Min!
—Serán llamados a la oficina del director, sin falta. Ahora quiero que todos se vayan, inmediatamente.
Sólo quedó el profesor y el alumno frente a frente, JiMin sintió como limpiaban suavemente su cara y lloró con más fuerza.
—No te preocupes, haré que todos paguen lo que te hicieron. —lo abrazó y dió palmaditas en su espalda.— Ya cariño, ya pasó. —susurró.
—Yo pensé que-por fin, me iban a hacer sentir apreciado. —siguió llorando en su pecho.
—No sabes lo mucho que los demás te quieren, no necesitas esforzarte para agradarle a gente que no se lo merece.
—¿Me quieren?
—Claro que sí. He notado como tus amigos vienen a buscarte algunos días. —sonrió sin quererlo.
—Ellos son buenos conmigo.
Luego de un momento de silencio donde ambos seguían en los brazos del contrario su profesor volvió a hablar.
—Y yo también te quiero, JiMin.
—¿Qué? —se separó.
—Quería esperar a que el año terminara, pero no puedo esperar cuando te sientes tan roto. Me gustas desde el momento en que te ví. Te defendí y cuide de tí cuando no lo notabas, creo que los demás se dieron cuenta de eso y ocultaron esta sorpresa.
—¿Cómo le puedo gustar yo? ¡Míreme! Soy horrible.
—Eres el hombre más hermoso del mundo, Park JiMin y si me lo permites me encargaré de demostrártelo todos los días.
Ambos se sonrieron, YoonGi notó el rubor en las mejillas del menor y las acarició.
—Está bien. Pero antes quiero que sepa que usted también me gusta desde que lo ví.
—Eso ya lo había notado, ¿No sabes que todas las clases te quedas mirándome y suspirando? —dijo aún con una sonrisa.
—¡Ya! ¡Qué vergüenza! —rió.
—Eres precioso. Y ahora eres sólo mío. —lo besó sin importarle nada.
Ahora, ambos viven juntos. YoonGi sigue haciendo clases y JiMin estudia danza. El mayor se encargó de amarlo y de recalcarle lo importante que era en su vida. El castaño ya no tenía problema de autoestima; porque sabía que había alguien esperándolo con los brazos abiertos sin importar qué.
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