The last.

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♡ 716 palabras.
♡ actualización porque no quiero estudiar jiji🙊.

Las noches de JiMin se basaban prácticamente en lo mismo desde que se arriesgó a iniciar una relación con alguien que participaba en peleas ilegales

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Las noches de JiMin se basaban prácticamente en lo mismo desde que se arriesgó a iniciar una relación con alguien que participaba en peleas ilegales. Llevaban juntos un año entero y hace un tiempo que todo iba de mal en peor. Siempre a altas horas de mañana recibía llamadas de su amigo, NamJoon, quien era policía, para avisarle que su novio se encontraba detenido.

Claro que no siempre fue así. En un principio todo era bastante tranquilo, YoonGi practicaba en un gimnasio y todo estaba bien, hasta que le comenzó a interesar ganar dinero a base de peleas y de forma fácil.

Había intentado hacerle entender que había otras formas, que era peligroso, pero no le hacía caso.

Eran las cuatro de la mañana cuando JiMin chequeó la hora al sentir su celular sonar. Con un mano restregó uno de sus ojos y suspiró al ver el nombre.

—¿Hola?

—Lamento tener que llamarte a esta hora.

—No te preocupes, Nam. Agradezco que lo hagas. Voy para allá.

—Espera, JiMin. Necesito decirte algo antes —al menor el corazón le palpitó rápidamente— YoonGi está herido, Jin está curándolo en estos momentos, pero no quería que te encontraras con la sorpresa.

—¿Él está bien? —corrió a ponerse una chaqueta y salir de su hogar.

—Lo típico que se produce en casos así: labio y ceja cortados, mejilla inflamada, heridas en los nudillos. Pero el maldito está bien y llamándote.

—Estoy ahí en quince minutos.

JiMin agradeció tener licencia para manejar, tomó atajos para evitar semáforos y así llegar lo más rápido posible. Parecía que la situación no tenía fin, un círculo vicioso del que ya se estaba hartando. Al llegar estacionó y se permitió descansar su cabeza en el manubrio un par de segundos, inhaló profundamente y secó unas lágrimas que sus ojos habían expulsado.

—Quédate quieto, YoonGi. —escuchó que le decían.

—Basta. Ya me curaste lo suficiente.

—Deberías agradecerle. —hizo acto de presencia.

—Bebé...

—Hola Jin, Nam. —hizo una leve inclinación.

—Los dejaré solos. Debes mantener esta bolsa de hielo contra su mejilla, ya sabes, para detener la inflamación.

—Gracias.

El menor se sentó a un lado de su novio, haciendo lo ordenado, YoonGi lo miraba fijamente con una pizca de arrepentimiento.

—Me dijiste que esta noche te quedarías en casa.

—Eso era lo que tenía planeado, pero alguien me retó y... —Lo interrumpió.

—Siempre tienes una excusa, YoonGi. No debiste estar ahí y lo sabes.

—Lo siento. —bajó la cabeza.

—Estoy tan cansado. —JiMin mordió su labio inferior— ¡Eres tan egoísta! ¡Vivo con el constante miedo de perderte! ¡Te aprovechas de lo mucho que te amo! ¿Sabes cuanto me preocupé al saber que estabas herido?—explotó, entre palabras y lágrimas.

—No les tengo buenas noticias. —el policía se acercó— Esta vez no puedo evitar el arresto nocturno. Perdón JiMin por hacer que vinieras, pero realmente pensé que podían irse a casa.

—No, está bien.

Park se levantó, evitando la mano de YoonGi que iba decisiva a tomar su brazo.

—Espero que te sirva para pensarlo. Porque no sé cuanto más podré soportar. Buenas noches. —salió de detrás de las rejas.

—Si quieres venir por él saldrá en un par de horas o si no te incomoda puedes dormir aquí, por lo complicado que es ir otra vez a casa.

—¿Puedo?

—Claro. Nos dan una habitación a los que tenemos estos turnos.

—Tengo mucho de que agradecer.

—Ah, JiMin, somos amigos. Haría cualquier cosa por tí. De todas formas, Jin está ahí también, tendrían que compartir.

—No hay problema.

JiMin se acurrucó entre los abrazos del mayor, quien se dedicó a escucharlo atentamente y a reconfortarlo. Jin le daba ese calorcito en el pecho de forma paternal. No recuerda bien a qué hora se quedó dormido, pero las caricias en su muslo de esa conocida mano lo despertó.

—Hey.

—¿Qué hora es? —mumuró suavemente.

—Las diez.

JiMin detalló con su mirada las heridas de su novio.

—Esta vez fue la última.

—¿Lo dices en serio?

—Sí. Anoche... comprendí el miedo que tienes de perderme. —entrelazaron sus manos— porque creí que terminarías conmigo. No quiero eso. No quiero que me dejes.

—Yo tampoco. Pero lo que dije es cierto. Cada palabra.

—Y las mías también. —juntó su frente con la del más bajito— Eres más importante que cualquier pelea.




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Entre amor y drabbles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora