Capítulo 5

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Magnus estaba al lado de Alec en el taxi.

Ni si quiera le había dicho a dónde se dirigían. Intentó llamar su atención para preguntárselo, pero Alec estaba viendo la ciudad por la ventana y parecía muy concentrado.

Magnus probó llamándolo por su nombre, pero Alec ni se inmutó, así que Magnus sonrió y tomó una medida que seguro funcionaría.

Magnus tomó la mano de Alec y la dirigió a sus labios. Le dio a Alec un suave beso en los nudillos.

En efecto, funcionó y Alec se sonrojó.

- ¿A dónde vamos, garbancito? - preguntó Magnus con voz tierna

-No lo sé ¿Te parece si vamos a mi casa?

-Está bien

Alec volvió su mirada al camino, pero luego frunció el ceño, sonrió y volteó a ver a Magnus.

-Espera, ¿Cómo me llamaste?

-Garbancito, ¿Te gusta?

Alec pareció pensarlo

-Pues más vale que te acostumbres garbancito

Alec sonrió ante esa última mención. Amaba el sobrenombre que Magnus le había puesto, pero le daba vergüenza admitirlo.

Alec decidió aventurarse y suspiró antes de hacer lo que tenía en mente: Tomarle la mano a Magnus, quien al verlo sonrió, y rodeo su propio cuello con la mano de Alec, de modo que éste lo abrazaba. Alec se quedó anonado con la acción de Magnus, que se quedó desconcertado cuando Magnus jaló aún más su brazo. Alec no se esperaba el movimiento, así que no pudo evitar caer sobre el torso de Magnus, quien en un rápido movimiento unió sus labios en un nuevo beso.

El taxista se aclaró la garganta, porque ya habían llegado a su destino.

Alec se intentó separar, pero Magnus ignoró al taxista y siguió besando a Alec.

El taxista los volvió a interrumpir, así que Magnus se separó de Alec y le dijo al taxista que estaban ocupados.

Alec se echó a reír, pero Magnus lo calló con un beso.

Después de cinco minutos pensaron que ya habían hecho esperar demasiado al taxista, le pagaron y se bajaron del taxi.

Magnus y Alec se dirigieron a la puerta de la casa de Alec, quien sacó sus llaves y prosiguió a abrirla.

Magnus se quedó en la puerta admirando la casa de Alec. Estaba repleta de fotos de él y sus hermanos. Iban desde que eran unos simples bebés, hasta una foto que no parecía haber sido tomada hace más de un mes.

Magnus se había quedado tan embobado que no se dio cuenta de que Alec se había dirigido a la cocina, pensando que lo seguía.

La verdad es que la casa de Alec era enorme, y notó que todos los muebles estaban perfectamente pulidos, el piso limpio y las cosas en su lugar.

La casa de Alec destilaba orden. A Magnus eso le dio escalofríos. Como no tenía nada que hacer se dirigió a la salita de estar en la que habían muchas fotos de los Lightwood, aunque claro, él sólo veía en las que estaba Alec.

- ¿Y qué te parecen las fotos de la familia?

Magnus se sobresaltó al escuchar una voz a sus espaldas. Pero no era Alec. Era su madre.

-Soy Maryse, vi que viniste con Alec, ¿Están saliendo?

Magnus fue el que se sonrojó ahora.

Cuando el amor llegó a nuestras vidas (Shadowhunters)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora