"Sueños húmedos."
La joven acostumbraba a tomar el té antes de su clase de las diez, se sentaba junto a los demás profesores a platicar de los mismos estudiantes que buscaban llamar la atención o simplemente de cualquier otra aburrida cosa sin sentido.
Pero esa mañana prometía no ser igual desde un principio, su mente no la dejaba tranquila y sabía que, si se tomaba ese té, solo haría que su furia creciera. Conocía a la amiga de su hermana, había ido muchas veces a su casa y junto a su hermana compartían mucho, pero hoy vio algo en sus ojos, algo que no había visto y que ella podía reconocer como si nada. Porque era su propia mirada.
Una cargada de deseo. De lujuria. Una mirada que prometía un gran pecado.
Ignoraba todo acercamiento con posible sociabilización porque la verdad no se sentía capaz de responder amablemente justo ahora. El reloj daba casi las diez y debía prepararse para dar la clase.
Se encamino al baño de profesores a lavarse la cara para congelar un poquitito ese mal genio que le ocasiono la escuincla esa.
– No puedo con lo molesta que estoy. – Se reía de sí misma viéndose al espejo. – Esa chiquilla quiere a mi Ange. – Su mirada concentrada en el reflejo del espejo. – Mi Ange... -
Salió del baño; por estar de nuevo dejándose llevar se le hizo tarde, su rostro en el suelo pensando en nada se elevó al sentir su cuerpo chocar con alguien y sentir aquel olor fuerte a Lacoste. Demasiada colonia.
– Hola, Charlotte. –
– Hola, Paul, quisiera quedarme a charlar contigo, pero ya voy tarde. – Pasé de lejos; con el dolor de cabeza que me manejo justo ahora, esa colonia me hará vomitar.
Ladeó la cabeza en un intento fallido por preguntarme lo mismo de siempre, pero no le di oportunidad de empezar.
Entré al aula ya más tranquila, gracias a Dios no le doy clases a la amiga de Ange, ya que, al ser de intercambio, se le daba por idioma, español. Una sonrisa de entre todas sobre salía, la nena de ojos verdes me veía desde atrás. Me distraía.
– Buenos días, estudiantes. –
– Están muy buenos, profe. – Respondió Carlos. – Como usted. – dijo más bajito creyendo que no lo escucharía.
– Si te escuché, así que evita esos comentarios. – Todos comenzaron a abuchearlo. – Va para todos, de favor se los pido. – Dije más tranquila gracias a la mirada de la chica de atrás.
Las clases pasaban rápido cuando las disfrutabas, pero en este caso no lo estaba haciendo, me dolía la cabeza de tanto pensar en la mirada de esa chica para con Ange. No puedo seguir de esta manera, siento que un día explotaré y no será para nada agradable.
– Pueden salir, chicos, si les preguntan afuera por qué andan libres, les dicen que fue con mi permiso. – Ni siquiera me escucharon, solo salieron. Me sostenía el puente de la nariz intentando apaciguar un poco el dolor.
– Charlotte, ¿Estas bien? – Ange se acercaba a la mesa de su profesora.
– Si, cielo, solo me duele un poco la cabeza. – La mayor la veía con ternura, era tan linda.
– Ten. – Sacó de su bolso un par de paracetamol y se las entregó junto a una botella con agua. Es que no se podía ser más dulce en este mundo. Así la veía Charlotte, pero también en su mirada se escondía otro sentir, quería... quería.
– Te diré algo, - llevo su mano a la mejilla de la ojiverde. – pero no le cuentes a nadie. – movió la cabeza en negación un par de veces mientras en sus ojos se escondía la inocencia. O eso creía ella. – Hoy saldrán temprano porque hay reunión. –
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INOCENTE TENTACIÓN: La condena de lo prohibido
KurzgeschichtenL E S B I C O || El amor llega cuando menos los esperas y se instala en ti como un demonio eterno, dispuesto a torturarte con aquel amor. Amor que una vez vi inalcanzable. Y así parecía ser. Soy Ange Aragón y... Estoy enamorada de mi hermanastra. ...