Capitulo 12 - Parte 1

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"No estaremos solas, nos tenemos."


PARTE 1.


– ¡Ange! – La mayor de las hermanas encontró aquella escena asqueada; con el impulso que ya traía y la sangre quemándole las venas, se acercó a la directora que yacía en suelo sobre su amor y con una patada en el costado la obligó a quitarse de su chica.


Los papeles se habían intervenido, ahora era ella quien se encontraba sobre la vieja, dando golpes de lleno por todo el rostro. Lágrimas comenzaban a resbalar por su mejilla.

Era el enojo, la furia, buscando salir de su cuerpo.

No fue sino, hasta que una dulce voz le pidió detenerse y sus brazos rodeándole la cintura, que lo hizo. Sus manos temblaban, todo su cuerpo temblaba.

La mujer que se encontraba en el suelo tragaba con dificultad, el pómulo y el labio reventados, el puente de su nariz ya no tenía forma y su ojo izquierdo se encontraba cerrado. Abrió la boca para hablar, primeramente, escupiendo un poco de sangre que se acumuló en su boca.


– Se... se van a arrepentir. – Expulsó con dolor en la voz. – Se los juro. – La secretaria que apenas venía entrando, se encontró con aquella escena.


En su interior, disfrutó verla así.


– Char... - Se abrazó más fuerte la menor de todas a su princesa.

– ¿Te ha hecho algo? – Negó con la cabeza. - ¿Estás bien, amor? –

– Si, ella... ella me tiró al suelo e intento besarme, pero... - Unas lágrimas salieron. – Yo no lo permití. Son tus labios. Son tus besos, nada más. –

– Por favor, vayan a casa, yo me haré cargo desde acá. – Dijo interrumpiendo la secretaria, no podría tener más 25 años.


Las tres salieron, al llegar a la puerta, la mujer que venía tras ellas les dijo:


– Gracias, se merece algo peor que esto, pero ya es algo. – Les guiñó el ojo. – Este es mi número, si necesitas un lugar donde impartir clases, puedo ayudarte. – Terminó por cerrar la puerta.


La pareja se fue al auto mal parqueado, sus puertas ya cerradas.

Charlotte en ese momento sintió dos cosas, dolor en sus manos y un vacío en su abdomen.

Ahora recordaba que había dejado la puerta abierta. El celular, su bolso. Se apresuró a abrir la puerta, lo primero que vio fue su bolso, lo revisó y todo estaba en orden, pero no estaba su celular, su preciado IPhone X.

Ange, comprendiendo lo que pasaba por la cabeza de su hermana, miró primero a todos lados, cerciorando que no hubiera nadie y segura, se acercó a la mayor, presionando su nalga. Pero algo se sentía raro.

Charlotte se giró y la vio con su celular.

Un peso se le quitó de encima.


– Lo has traído todo este tiempo en la bolsa trasera de tu pantalón. – Le respondió con una sonrisa. – Vamos, debo curar tus heridas. – Beso su hombro. – Yo manejaré. – Y así salieron de ahí, pero no podían ir a casa, no así. Es decir, ¿Qué dirían?

INOCENTE TENTACIÓN: La condena de lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora