Capítulo 004

8.4K 599 63
                                    

"1,2, C A O S"

Había decidido tomar el autobús para ir al colegio, Charlotte había actuado como nunca, no entendía su comportamiento algo indiferente y sin sentido. ¿Esta celosa? No lo creo, hace mucho no hace eso.

Al llegar, buscaba con la mirada a Marie, quien se encontraba sentada debajo de un árbol con su libro de poemas. Me acerqué y sin pedir permiso me senté a su lado.


– Hola. – No levanto el rostro, pero podía ver su sonrisa.

Bonjour, Ange. – Recostó su cabeza en mi hombro.

– ¿Otra vez leyendo ese libro? –

– Es que me gusta mucho. – Se recompuso, acercándose a mí. – Habla sobre una chica que tiene un trastorno de personalidad y la "otra persona" es asesina, pero ella no lo sabe porque en sí, no es ella. – Habla con mucha conmoción. – Se llama Elizabeth y se enamora de... bueno, de una persona y su otra yo mata al padre de esa persona. –

– Sí que te gusta, pero... - Mi curiosidad a rebosar. - ¿De quién se enamora? –

– De... de una chica. – Una tímida mirada se posó en mí. – De la chica que la acompaño desde el primer momento. –

– Suena interesante. – La codeé. – Debes prestármelo un día. – Le sonreí, parece que tenía más en común con Marie de lo que imaginé.


No tienes idea, pequeña Ange.

Las jóvenes siguieron conversando muy animadamente, mientras unos ojos chispeantes color bronce las veían con el entrecejo fruncido desde una ventana. Prensaba su mandíbula tras presenciar cada rose, cada risa, cada mirada y sabiendo que ninguna era para ella. Se sentía tan pésima, era degradante sentir celos de aquella chiquilla, porque eso es lo que era, pero era consciente de que ella tenía más posibilidades con su niña.

Le dio un sorbo a su taza con té, viéndose interrumpida por una voz.


– Por fin a solas. – Ese tono galante insoportable.

– Hola, Paul. – Forzaba esa sonrisa con ganas.

– Ahora no hay escapatoria, por favor, sal a comer conmigo, solo esta noche. – Su confiado mohín parecía casi real. Casi. – No aceptare un no por respuesta. – Casi real.

– Mis padres no están, debo cuidar a mi hermana. – Levantó los hombros en señal de haber ganado.

– Espera... - abrió la ventana. - ¡Ange! – Gritó. La ojiverde al escuchar su nombre alzó la mirada. Viendo una pareja en la ventana asomarse. Sus ojos se fueron a los de su hermana quien aparto la mirada al instante. – Ven. –


Se levantó junto con su amiga, quien volvió a sentarse al instante alegando que la esperaría ahí. La pereza era mayor.


– ¿Si, profesor? – Dijo tras acercarse a la ventana.

– Hola, veras. – Sonreía. – Resulta que estoy invitando a tu hermana a salir esta noche. – La mirada de Ange se transformó al instante, su mandíbula se tensó y por un momento sus dientes chillaron al chocarse con tanta fuerza. – Pero me dice que sus padres no están y debe cuidar de ti, pero, tú ya eres una chica grande que puede cuidarse sola, ¿Verdad? – El profesor era casi de su tamaño, podía imaginarse estampándole un puñetazo en el rostro.

INOCENTE TENTACIÓN: La condena de lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora