Capítulo 13

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"Una historia de compresión."


"Habíamos escapado del colegio ese día, sería el último día que nos veríamos después de ahí.

Después todo terminaría.

Estuvimos en aquel edificio abandonado toda la tarde, charlando y regalándonos nuestros últimos minutos.

Mi primer amor.

Veía sus ojos cafés, sus bellos soles admirándome detalladamente mientras me susurraba que siempre sería su amor.

"-Aunque los años pasen y las estrellas se desvanezcan, siempre te amare.-", esas fueron sus palabras. Quería darle algo que nadie nunca podría tener, algo que, aunque las hijas de las estrellas reinaran el cielo, por siempre solo ella tendría.

Camz... - Casi lloré su nombre. La noche en nada caería y yo me tendría que ir. – Camz, quiero hacer... - La miré a los ojos con los labios entre abiertos. – Hagamos el amor. –

Y así fue. Esa noche grité su nombre tantas veces, que suelo verlo en las noches oscuras sin luna, cuando las estrellas tintinean en el cielo. Titiritan y tiemblan como ella esa noche.

Mi Camz. Mi primer y único amor."


***


Llegué al parque, la mujer de ojos verdes me esperaba sentada en una hamaca, meciéndose de adelante hacia atrás despacio, como si no estuviera ahora en sí.


– ¿Mamá? – Pregunté, habiendo notado su falta de atención al lugar.

– Hola, nena. – No me miró. – Siéntate, tengo algo que contarte. –


Y así lo hice, mirando su rostro perfilado, esperé a que ella hablara.


– Cuando tenía 17 años conocí a una chica. – Habló como si al aire su historia contara. – Me enamoré de ella. – Fue una confesión. – Han pasado cerca de 20 años desde que la vi por última vez y aun la pienso. – Tragó saliva lento, como si una bola se encontrara en su garganta. – Lloré tantas lágrimas y al final, sabía que al final no podría estar con ella, no llegaría jamás a estar con ella... –

– ¿Por qué...? –

– ¿Por qué no estoy con ella? – Me miró, sus ojos como los de Ange cuando está a punto de llorar. – Porque mi padre me obligó a hacerme cargo de la empresa. – Se echó a reír. – Lo peor es que no era yo quien se haría cargo, sino el hombre con el que me casaría por compromiso. – Una lágrima resbalo por su mejilla y tragó saliva nuevamente. – Tuve que dejar a quien consideré el amor de mi vida por una persona que al final... al final dejó la empresa botada y una hija desamparada. – Apretó la cadena de la hamaca con rudeza. – Se fue con una prostituta, dejando a mi nombre todo, hasta la deuda de los millones que se robó. – Bajó la cabeza. – Dejé al amor de mi vida por mi familia, por algo tan... sin sentido como la felicidad de otros por sobre la mía. –

– ¿Cómo se llamaba? –

– Camila... Era latina también, de ojos hermosos, como los tuyos. – Me miró y sonrió. – Ahora no vive acá, se fue a España a estudiar a penas supo de mi matrimonio, se fue el mismo día porque decía que si se quedaba, no dudaría en detener la boda. – Sonrió amargamente. – A todo esto, mi cielo. – Se giró. – No renuncies a tu amor por otra persona. – Se arrodillo frente a mí. – Tu felicidad es más importante, lo que sientes aquí. – Puso su mano en mi pecho.

INOCENTE TENTACIÓN: La condena de lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora