Capítulo 019 - Parte 1

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"Es ahora o nunca"


PARTE 1.


Había sido llevada a una casa enorme, a la que le pusieron "La casona", era completamente de madera, muy rústica, con ese aire de cabaña, pero con un toque moderno. Fue llevada por su padre a un cuarto, donde había dos mujeres retocando un vestido blanco, se acercó con tristeza a ellas y las miró.

Las señoras ya habían visto esta escena una vez en sus vidas, pero en vez de sentir pena por dos orbes verdes, ahora fueron dos bombones de chocolate.

Cuando Luis se marchó para dejarla en manos de aquellas mujeres, una de ellas con delicadeza en la voz, la mayor de las señoras, le pidió quitarse la ropa.

Charlotte se sorprendió. El celular.

¿Y si se lo quitaban?

Ambas mujeres mayores vieron su reacción y sintiendo algo de culpa, se acercaron.


– ¿Qué tienes ahí, muchacha? –

– Yo... - Sus ojos una vez más y sorprendiéndola, comenzaron a llenarse de lágrimas. Pensó que ya no tendría.

– Tú tampoco quieres casarte, ¿verdad? – Le afirmó la mujer más bajita y de mayor edad. – Sandra, vigila la puerta. – La otra ni lerda ni perezosa obedeció. – Hazlo, niña. –Le indicó a la joven.


Char sin pensarlo marcó con torpeza en los dedos aquel número que sabía de memoria y le dio al botón de llamar. Esperó dos tonos y la voz al otro lado... simplemente le rompió el corazón. Sonaba maltratada, como si hubiese gritado en un concierto de Rock, pero lastimada. Triste.


– Ange... -

– Oh Dios... Char. – Escuchó su nombre en un sollozo y eso la partió. – Char, ¿Dónde estás? Voy en camino, amor... - Sonaba ahogada. – Te juro que no te dejaré hacer eso. –

– Mi amor... Estoy en... -

[– ¡¿Qué significa esto, Amelia?! –] La voz de Luis se escuchó como un eco, tan fuerte que Lauren y Camila, que desde el inicio de la llamada estaban expectantes, pudieron oírle. [– Y tú, ¡Dame eso! –]


La llamada se cortó.

Ange al instante entró en pánico, miraba el celular con lágrimas cayéndole cual hojas en otoño. Las mujeres mayores se veían sin saber qué hacer.


– Tengo que encontrarla pronto, debemos salir de aquí. – Miró a su madre con ojos de súplica.

– Pero ¿En qué vamos? – Habló Camila.

– El auto de la abuela. – Soltó la ojiverde menor. Las tres se fueron al garaje, donde un Volkswagen del 76 color bronce las esperaba.


Quitaron la manta que lo cubría y sí que era hermoso y estaba bien cuidado, era precioso, a decir verdad.


– ¿Tiene gasolina? – Curiosa la latina, se giró a la menor.

– Si tiene y funciona, hace poco lo usamos de hecho, el problema es que... - Miró el carro con distracción. Como si no estuviera ahí. – Por eso no he podido salir en toda la mañana, busqué la llave y no está por ningún lado, Charlotte se la llevó. – Una inocente lágrima resbaló por su mejilla izquierda.

INOCENTE TENTACIÓN: La condena de lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora