Capítulo 006

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"¿Cómo me detengo ahora?"


– Ya saben, niñas, no quiero saber que hacen fiestas sin nuestro permiso. – Gritaba la mujer de ojos verdes desde el auto. – Char, cariño, cuida bien de Ange. –

– Si, mamá, lo haré. – No sé cómo, pero debo cuidarla de mí.


Habíamos despertado el día siguiente, yo descansaba mi cabeza sobre el pecho de la menor, sentía su corazón latir sereno, su respiración cálida, su mano derecha me sostenía mientras la izquierda estaba sobre su cabeza. 

Desde esta mañana, mi corazón anda como loco y tengo miedo de que, en cuanto nos encontremos solas, mis deseos con ella se desaten.

Habían traído la cama para el otro cuarto ya, así que estos tres días que han pasado desde nuestra llegada, ella ha dormido en el cuarto del medio y hoy, hoy nuestros padres se irán y nos dejarán solas, no sé qué puede pasar.


– Ya sabes, cielo, obedece a Char en lo que te diga. – Lanzó un beso al aire. – Nos vemos, cuídense. – Y desapareció a lo lejos del camino.

– Bueno, parece que ahora sí empiezan nuestras vacaciones. – Le dije a la chica a mi lado, pero ésta estaba sin habla. - ¿Ange? –

– Oh, lo siento. – Me miro a los ojos. – Estaba distraída. –

– Lo noté, vamos, entra a la casa. –


...


"Cuanto más reprima esto que en mi arde

Más fuerte se vuelve

Se alimenta de tus ojos, mi amor

De mi lujuria incesante.


Si para el atardecer, desato este deseo en ti

No me odies

Porque no está en mí el poder

Hace mucho tiempo perdí el control sobre mí."


...


Las jóvenes entraron a la cabaña en un silencio incomodo, la menor se encaminó a su cuarto, iba hecha un lío, su corazón palpitaba fuerte de solo pensar que estaría con su hermana sola durante toda una semana, en un lugar remoto, sin salir de la cabaña.

Por supuesto que la idea en un principio le pareció perfecta, pero, ¿Cómo controlar esto que ahora se posicionaba en su garganta y atentaba con ahogarla? ¿Cómo detenía el deseo que le tenía a su hermana? ¿Cómo detendría su amor?

Sin pensarlo tanto se encerró a repasar los acontecimientos, su delirio la ponía nerviosa, más ahora como va vestida, con aquella camisa de tirantes y sin sostén, con esos pequeños shorts, donde juraba que si fuera cinco centímetros más baja, le podría ver perfectamente la nalga.

Y eso la enloquecía.

Quería arrinconarla contra la pared y besar cada parte de su cuerpo, morder su clavícula y sostenerla de las caderas, saberla tan suya como siempre lo deseó.

No podía pensar en eso ahora, pero es que su hermana era la culpable.


– Ange, ¿Estas bien? – Tocaron la puerta, destrozando los pensamientos de la menor.

INOCENTE TENTACIÓN: La condena de lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora