S I E N N A

202 12 0
                                    

     La noticia del secuestro del rey había encontrado a Sienna Stark en los patios de la biblioteca de la Fortaleza Roja. Desde su llegada a la capital había ordenado a que le instalasen una mesa de trabajo en los jardines para que el sol y la brisa le despejaran la mente que solía cansársele entre tantos libros, pergaminos viejos y letras de maestres que necesitaban de toda la dedicación de Sienna para comprender lo que habían escrito.

     Las campanas de la torre de la Fortaleza Roja habían repiqueteado una docena de veces, dando alarma de un peligro que Sienna desconocía. Los reinos estaban en paz y un ataque de asedio o de guerra por el Aguasnegras era improbable, por lo que Sienna pensó de inmediato en la muerte. Solo la muerte de un noble de importancia podía obligar al encarado del campanario a hacer retumbar las campanas, pero cuando sir Vadim Hightower apareció en el vestíbulo de la biblioteca de la Torre del Maestre, para informarle, Sienna prefirió aguardar ahí mismo a que Desembarco se tranquilizara.

     El secuestro del rey era una cosa que había puesto a Sienna los pelos de punta y la muerte de sir Aemenis Tully no había hecho más que aumentar su angustia. El rey era la persona que con más seguridad contaba en los Siete Reinos, y aún así alguien había tenido la astucia suficiente como para secuestrarlo, y con las puertas de la ciudad cerradas, esos hombres debían continuar libres por ahí, por lo que Sienna no iba a exponer su integridad yendo al salón del trono o volviendo a su cuarto para poner su vida en riesgo. No se movería de la biblioteca hasta que el peligro se hubiese disipado.

     Sienna Stark tenía a sus propios guardias del Norte para defenderla, pero el caos en la ciudad debía de ser grande.

     En la corte habitaba un sinnúmero de guardias y escoltas fuertemente armados; habían Guardias Reales, Guardias Dorados, guardias de los Lannister, guardias de Baratheon, guardias de Arryn y guardias de Redwyne, por lo que Sienna no iba a sumar a sus guardias al pánico de la ciudad en la búsqueda del rey, por lo que, una vez que el gran maestre le permitió aguardar en la biblioteca, Sienna ordenó a dos de los seis guardias que la acompañaban, a dirigirse a las barracas para que informaran a Costell, el encargado de sus hombres, a que se mantuvieran en guardia cerca de los barracones, a la espera de su orden para ir a buscarla.

     La biblioteca era un lugar protegido. Sienna estaba segura de que ningún perjuro en ninguno de los Siete Reinos tendría nunca la intensión de asaltar ninguna biblioteca. Los libros eran siempre de poco valor para los malhechores, por lo que, aunque estuviese sola entre las estanterías, se sentiría segura. Además, sola por completo no estaba. La biblioteca de la capital recibía al menos cincuenta acólitos por año, enviados desde Antigua, para estudiar con el gran maestre y con los dos archimaestre con los que contaba Desembarco del rey, curación, historia y otros grandes misterios, que le permitiría a los novicios forjar algunos de sus más importantes eslabones.

     Sienna ocupaba un puesto de importancia dentro del Consejo Privado, que únicamente era superado por Devendra Connington y el rey en persona. La ley era un asunto que la había inquietado desde muy pequeña.

     Su padre, lord Nicholas Stark, la había ido a buscar cientos de veces a la biblioteca de Fuerte Terror para que dejase al maestre tranquilo en cumplir sus funciones para con el castillo. Sienna era la hija mayor y heredera de su padre, por lo que fue instruida desde pequeña en el arte de gobernar y formó parte de muchos de los consejos de Fuerte Terror. De niña anotaba todo y tomaba decisiones con más sentido común que pruebas y argumentos, aunque con el tiempo comprobó que aquellas pruebas y argumentos resultaban esenciales para sostener sus ideas.

     Las primeras batallas las había ganado con sus hermanas. La siguientes se las había ganado a su madre. Más tarde había conseguido derrotar a lord Stark, su padre, a lord Stark de la Montaña de Lobos y a lord Stark de Anteinvierno. Pero no fue hasta que derrotó en un debate a lord Stark de Invernalia, convocada por su fama por destruir el ingenio de grandes lores, que el Guardián del Norte le otorgó su lugar en el juicio frente a Roman Bracken, por el asesinato a siete doncellas de distintas regiones de Poniente.

PONIENTE I : Hielo y FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora