F O N Z

61 4 0
                                    


       Una luna había transcurrido desde que Robb se había ido de expedición al norte, Más Allá de las Ruinas, y Fonz Tyrell había comenzado a extrañarlo.

       Fonz no temía por la salud física de Robb. Robb era fuerte y todo el mundo siempre acababa queriéndolo, y Fonz aquella expedición le haría bien, tanto a su semblante como Stark, como en sus relaciones con los Salvajes, que eran parte importante del fin del mundo de los Siete Reinos.

       La maestra Brielle le había confesado a Lyessa y a él que los vientos de invierno se aproximaban y que todos debían de estar preparados para cuando el frío y las guerras llegasen. La maestre les había confesado que la paz nunca duraba mucho tiempo y que ya habían tenido demasiada tranquilidad en sus vidas.

      Por supuesto que la maestre no decía cosas como esas frente a los más pequeños ni lanzaba esos comentarios como rumores de pánico por los pasillos, sino que lo decía siempre con seriedad después de alguna larga conversación en las clases con ella en la Torre de la Biblioteca.

        Fonz no sabía si ella tenía el permiso de lord Stian para hablar sobre ello, pero sin duda se tomaba esa libertad de instruirlos a ambos en cuestiones de orden de guerra porque él era un Tyrell de la rama principal de la flor dorada del Dominio, y Lyessa, cuando su abuelo, sus tíos y sus padres abandonasen este mundo, sería la Dama de Invernalia por un tiempo, mientras Robb encontrara una mujer a la altura de su nobleza, o bien ella se marchara antes a casarse con su hermano Thayer en Altojardín.

       Sea como fuere, tanto en el Sur como en el Norte, ambos necesitarían conocer el Juego de los Tronos, y en secreto, Fonz agradecía con todo el corazón sus enseñanzas. Porque ahora eran unos niños, pero en el futuro, serían las manos derechas de Altojardín e Invernalia en otros reinos.

       La nieve no había dejado de caer desde que Robb se había ido con la comitiva al mando de lord Roux de Anteinvierno y de lord Albaric Snowstark del Castillo Negro, de modo que todos en Invernalia, pronto habían dejado de pensar que se trataba de nieves del verano.

      Era inusual que el invierno llegase tan de pronto seguido del verano, anteponiéndose de modo grosero a la primavera que tanto le gustaba a Fonz, por lo que la maestre Brielle había enviado informes a la ciudadela sobre el extraño clima en el Norte.

        Pero a ella se le prohibió contar a los archimaestres sobre la amenaza de los Caminantes Blancos en la tierra de los thennitas, puesto que el rey era quien primeramente debía de saberlo.

       Lord Anton y su esposa, lady Lucianna para entonces ya debían de haber llegado hacía muchos días a Desembarco del Rey, pero ningún cuervo había arribado.

       La maestre, lord Stian y Lyessa lo atribuían a la nieve y a que los cuervos no estarían acostumbrados y se cansarían pronto, y se decidirían a no volar. Pero todos en Invernalia estaban muy tranquilos respecto a eso.

       Sólo el pequeño Szilard, a pesar de ya tener once días del nombre, echaba de menos a sus padres y a Robb. Por el contrario, aunque Alys era cuatro años menor que Szilard, era independiente y atrevida, y el maestre de armas, por insistencia de Lyessa y bajo la aprobación de lady Jeri, la esposa de lord Stian Stark, le enseñaba a Alys a cabalgar, como se lo habían prometido, y ocupaba el asiento de Robb en las comidas, siendo la heredera de Invernalia por un mes.

        Janson Hielo, por su parte, el pupilo hijo menor del Señor de Costa Helada, apenas se veía en el castillo, pues pedía permiso día con día para explorar fuera de los muros, en la nieve, junto con los hijos del castellano y otros encargados.

      A Janson, a diferencia de Fonz, se le daba bien la rudeza y la picardía, de modo que lo aceptaban con facilidad en aquellos círculos. Sin mencionar que, aunque ahora lo llamaban por su nombre, a nadie se le olvidaba que Fonz él era un sureño de los climas cálidos.

PONIENTE I : Hielo y FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora