Capítulo 13: Los Tres Sabios

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Spyro no pudo contener un grito de asombro. El enorme tribunal en el que había aparecido le producía un sentimiento espantosamente familiar.

El techo era muy alto, profundo y en su centro había un grupo de cristales que iluminaba bastante el salón. Colgando de las paredes, se apreciaban unas telas rojas, cuyo símbolo estampado en ellas era la de un escudo dorado con dos cetros del mismo color cruzándose entre sí para dar la figura de una "X". Había unas gradas en ambos lados repletas de criaturas vestidas con túnicas de distintos colores. Estaban hablando entre ellos en voz baja, pero era con ese idioma en lo cual Spyro no podía alcanzar a entender.

Había unas cien criaturas bípedas que, por lo que pudo observar, llevaban túnicas color morado con una ornamenta de estrellas de platas (pocos tenían dos, pero muchos cuatro o cinco) en el lado izquierdo del pecho. Muchos eran animales como lobos, osos, águilas, leones, cabras y otras eran extrañas criaturas con cuerpo y puntos en lugar de ojos; como sombras y nubes. Todos lo miraban fijamente con expresiones muy adustas, y otras con franca curiosidad.

En medio de la primera fila de las gradas de la derecha estaba Zoe; llevaba una expresión verdaderamente severa y cruzaba los brazos. Spyro esperó que diera alguna señal de reconocimiento para alentar a su amiga Bianca, pero fue en vano. Zoe tenía los ojos hacia un lado, de modo que su flequillo ocultaba en sombras sus diminutos ojos.

Pero no sólo estaba sintiendo escalofríos por aquellos millones de ojos desconocidos fijos en él, sino que podía visualizar, en su mente, el recuerdo de haber estado en un ambiente similar; en un coliseo. Era un lugar que unos piratas habían construido en unos de sus barcos, y ellos lo raptaron porque había derrotado lo que iba a ser originalmente el centro de entretenimiento; un titán de madera, que dormía en las profundidades de un bosque sin investigar, porque era tan venenoso que ni los guardianes querían acercarse.

« Si sobrevivimos a esto, le informaré a Terrador de lo peligroso que fue visitar ese lugar, y de esos piratas de mal genio » Pensó sorprendido Spyro, desesperado.

Procurando no pensar en lo que podrían decir los murmullos de público, se quedó buscando a sus amigas, observando que más al fondo de la sala había tres tronos vacíos; el del centro era un piso más elevado que las otras dos. Luego, dirigiéndose a su izquierda, halló a Cynder, que estaba en su prisión de cristal, y a Bianca, que se encontraba en medio de ellos. Se había imaginado que las encontraría con seguridad, pero, cuando detalló sus expresiones, se dio cuenta de que estaban totalmente ansiosas.

La coneja se sobresaltó cuando Spyro la miró.

— ¡L-Lo siento! —Dijo, y unas manchitas rojas aparecieron en sus mejillas amarillas—. ¡Es la primera vez que participo en un tribunal!

Cynder miró los tronos, incrédula, y luego, dirigiéndose a Bianca, le preguntó con cierto tono de extrañez:

— ¿Dónde están esos tres Sabelotodo?

— ¡Chist, te pueden oír! —Le reprendió Bianca, con un dedo en la boca y señalando con una mirada disimulada a los espectadores—. Bueno, ellos deben seguir ocupándose de sus asuntos, casi no tienen tiempo ni para ellos mismos. Aparecerán en cualquier segundo.

Spyro habría preferido que diera más explicación pero comprendió que Bianca debía estar muy angustiada como para hablar. Tenía el estómago revuelto. Sin tener tiempo para parpadear, observó que un hada se ponía delante de él; supo al instante de que no era Zoe, porque parecía más adulta y con arrugas: llevaba una túnica roja, el cabello rojo y recogido, con lentes de media luna que se caía sobre su puntiaguda nariz. Una mano traía un pergamino pequeño y la otra una pluma de escribir. Spyro intentó hablar, pero la señora voló alrededor de él, sintiéndose inspeccionado, y no pudo seguirla con la mirada por la rapidez de sus movimientos.

La Leyenda de Spyro: El Reino de Éter [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora