Capítulo 14: El Acto Final

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Cuando un resplandor trasladó a Spyro, a Cynder y a Bianca de vuelta al patio, había en el ambiente un definido silencio de ultratumba. La suave iluminación del sol seguía resplandeciendo el oro de las mesas y sillas, mientras que Bianca caminaba con pasos temblorosos hasta que consiguió sentarse en unas de éstas. Después de dejar el cetro a un costado del asiento, se quedó mirando al frente de las prisiones de cristal con las yemas de los dedos juntas, colocándolas delante de su boca, y frunciendo el entrecejo.

Impactados y conmocionados, todos recuperaban el aliento como si hubieran sobrevivido de una explosión.

— Pensé que no saldríamos de ésa —Vagó Cynder, mirando a todos—. Kasi me está resultando una espina en mi ala.

— Nos ha arrinconado —Dijo Bianca, concentrada, cerrando los ojos—. No sé me ocurre cómo vamos a contradecir sus argumentos.

— ¿¡Cómo ese vagabundo puede saber más que nosotros!? —Exclamó Cynder furiosa—. Dijo un montón de disparates referentes a cosas que nadie se acuerda, cosas que sólo los sirvientes de Malefor deberían saber. Me cuesta tragar ese cuento de que él sepa sólo con rumores un detalle tan importante como aquella enfermedad, o lo que sea, ¿por qué los guardianes no pudieron explicárnoslos de todo eso cuando vivíamos en el Templo Dragón?

Spyro sintió su garganta completamente seca, pero eso era lo de menos. Recordar de aquella última pregunta era como tener un insecto enorme picándole directamente en el cerebro. Frunció el entrecejo, torturándose, queriendo responderla de algún modo.

— Los Guardianes Elementales son los que cuidan el Templo Dragón, ¿verdad? —Preguntó Bianca, abriendo los ojos, y Cynder le asintió—. Me pregunto por qué no habrán sabido de esta información.

— ¿Qué quieres decir? —Balbuceó Cynder, pegándose contra el vidrio para oírla más de cerca.

— Si entiendo bien —Inquirió seriamente Bianca—, ¿ellos son las máximas autoridades en cuanto al conocimiento de dragones se trata?

— Supuestamente —Respondió Cynder de inmediato—, aunque, por lo que recuerdo, habían ocasiones en las que ellos no sabían explicar ciertas cosas que deberían saber —Se sobó la frente con una garra, frustrada—. No sé... Era como si...

— ¡Como si les estuviera faltando información...! —Se apresuró a terminar Bianca con tono de entusiasmo—. Estamos hablando de millones y millones de años que debieron haberse registrado en algún libro o mural, como historias acerca de las incontables guerras que tuvieron, principalmente, pero no están, ¿por qué?

— Dicen que las perdieron durante sus batallas —Dijo Cynder, aburrida, ladeando la cola con suavidad—. Francamente, no supieron cómo decirnos que no saben nada de por qué ocurrieron esas terribles cosas.

— Si no encontramos la respuesta pronto, será imposible ansiar la duda de mi padre. Tampoco habrá manera de pelear con Kasi —Aulló Bianca, disgustada, y jalándose hacia abajo las orejas con las manos—. ¡No tenemos con qué empezar a formar nuestra defensa!

— Bueno, es hora de usar el otro plan —Dijo con picardía Cynder—.Encuentra una magia muy poderosa para que puedas romper estos cristales, y luego...

— ¡Es un muy mal plan, Cynder! —Exclamó, soltando sus orejas y apretando las manos con dignidad—. ¡Y quedaríamos con una mal imagen si lo intentáramos!

Cynder movió de lado a lado la cola en el pequeño espacio de su prisión y esbozó una pequeña sonrisa de inocencia.

— Escuchen — Intervino de pronto Spyro, sin poder contenerse—, hay una cosa que nos puede ayudar a ver las cosas un poco mejor.

La Leyenda de Spyro: El Reino de Éter [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora