Capítulo 15: Los Dragones y el Hada

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Bianca los soltó con brusquedad. Cynder gimió y tambaleó unos pasos hacia atrás, sobándose el pescuezo con la garra.

Spyro se quedó inmóvil y respiró anonadado. Un extraño sentimiento de libertad inundó su cuerpo. Nunca había creído que pudiera existir un método peor que las Cadenas Verdes, pero eso era antes de haber resistido el agudo dolor de los diez minutos que estuvo atrapado con Cynder en los brazos de Bianca, que se levantó con torpeza y se secó las pocas lágrimas que le quedaban en los ojos con una mano.

— ¡Increíble fuerza traes, Bianca! —Dijo Cynder, totalmente sorprendida—. No vendría mal que vinieras con nosotros.

— ¿Ir con ustedes? —Se extrañó Bianca, quedándose con las mejillas húmedas, y con una ceja levantada—. ¿A dónde?

— Warfang, por supuesto —Respondió con calma. Ya no quedaba gente en el tribunal, por lo que el grito de Bianca fue bastante audible—. ¿No te apetece darle un vistazo?

Una mueca de dolor se le formó en la comisura derecha de Bianca.

— No es un sitio malo —Dijo Spyro, creyendo que lo que la había molestado era que Warfang pudiera resultar hostil por los dragones—. Terrador, Cyril y Volteer, nuestros maestros, son agradables cuando te acostumbras a sus pleitos.

— No, no se trata de eso...

— Hasta puedes traer a esa tal Zoe —Añadió Cynder riendo—. Le iría bien tener unos minutos con Sparx, sería divertido verles tener una discusión.

Spyro compartió la risa, asintiendo con la cabeza, y se volvió hacia Bianca. Ella seguía con aquella pinta de desdichada, los hombros caídos, al igual que los párpados, y la boca entre abiertas, como intentando decir algo. Verla así le producía mareo en la mente de Spyro, sin entender qué pasaba, al punto de arrugar la frente y mirar a su izquierda, queriendo buscar una respuesta visual de Cynder, pero ésta le respondió con el ceño fruncido.

— ¡Quita esa mueca, Bianca! —Exclamó ella, poniéndose al lado de Bianca y empujándola amistosamente con el ala—. ¿Por qué esa cara ahora? ¿Tan rápido superaste la victoria de haber dejado boquiabiertos a toda tu ciudad?

Bianca se sobresaltó ante aquello. Parecía recién despertada de un trance. Se sacudió las orejas y dijo:

— Les mentiría que no lo estoy, pero creía que iban apodarse unos días en las viviendas de Witchenly...—Apretó las manos, reuniendo coraje, con los ojos fijos en Spyro y Cynder—. ¡Tener la oportunidad de conocernos realmente!

Cynder contrajo levemente sus cejas inexistentes. Spyro recibió aquella pregunta como una bofetada, luchando si mostrarse conmovido por el ofrecimiento o apenado porque, aunque quisiera, no podía estar unos días en Witchenly: su cara estaba petrificada.

— Bueno, suena muy bonito tomarse un respiro después de tantas locuras —Le admitió Cynder. Mostraba una sonrisa suave, y sus ojos esmeraldas parecían apiadarse de Bianca—. Pero no va a ser posible, muchos de nuestros amigos deben estar preguntándose si estamos vivos.

— Volveríamos cuando todo lo malo pasara, se lo prometimos —Intervino Spyro, poniendo un esfuerzo en deslizar un tono comprensivo y amistoso en su voz para suavizar la respuesta—. Lo siento, Bianca, pero tenemos asuntos pendientes que resolver primero.

— Oh, muy bien... —Dijo Bianca, tratando de sonar contenta, pero con tono decepcionado, y después se palmeó las mejillas con las manos. La motivación gobernaba ahora en su iluminada mirada—. No los detendré, pero pondré de mi parte y buscaré la manera de que nos podamos comunicar, ¡tienen mi apoyo!

La Leyenda de Spyro: El Reino de Éter [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora