Capítulo 1

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De nuevo lunes, el día en que todo comienza, gracias a los gloriosos sábados y entrañables domingos. Frunzo el ceño de mala tan solo de acordarme y camino entre los pasillos del colegio con el único recuerdo de mis amados fines de semana, tan largo considero los días entre las actividades escolares, los alumnos de siempre, conversaciones sanas, rumores y unas miradas que cruzo con ellos me ponen atrapada en el pánico del plástico en la cara, sin ninguna escape para respirar el aire libre. Entre los profesores era casi lo mismo, acoplarme a sus clases, oír las conversaciones entre ellos y los alumnos, las charlas que mantenían entre ellos mismos, todo era igual, mucho rondaba por mi cabeza con este ambiente, claro que una chica callada como yo no se atrevía en lo más mínimo expresar su opinión, consideré que quizás mi habla golpeada o la más mínima critica afectaría al otro, no sé, era dura conmigo misma en ese aspecto, me reiteraba a mí misma, no dañas absolutamente a nadie y ellos no lo harán contigo, ponerme en el zapato de los demás y evitar la más mínima burla cuando los estudiaba con la mirada, esa era la clase de persona que soy, en pocas palabras, en la escuela no era yo misma.

—Sara—Alguien me llamaba por mi nombre.

Mire sobre el hombro a la voz del responsable y observe una chica de cabello castaño con flequillo y ojos marrones acercándose.

—Hola—Empleo una sonrisa entre dientes.

—Hola Estefanía—Conteste del mismo modo.

El nombre de la chica era Estefanía, imagino que teníamos la misma edad, alta calculándole 1:65, bella, inteligente y muy amable con todo el mundo, demasiado buena pero ingenua. Extrovertida una parte de lo positivo y a la vez lo negativo a su persona, no le importaba demasiado quien hablara a sus espaldas, además de ser condenadamente popular entre los alumnos.

—Me dijeron que te entregara esto—Me extendió una hoja color amarilla.

Fruncí el ceño confuso y la acepte—Gracias.

—No hay porque, me toco ser la jefa de grupo y esa hoja tiene información de la fiesta del mes próximo.

—Oh, muchas gracias—Medio sonreí y considere que no debía tomarse las molestias conmigo, primera razón, no soy de ir a esas fiestas y segunda no son tan divertidas.

—Bien Sara, espero que esta vez asistas en la fiesta.

—Lo intentare, de todos modos gracias.

—Oh vamos Sara, te divertirás, casi no te incluyes con los eventos que hacemos y además te tengo buenas noticias—La brillaron los ojos de la emoción.

Me encogí de hombros—No sé, tú dirás.

—Ira la profesora de química a esa fiesta—Ambas mano se las puso en la boca de la emoción.

—Oh, ya veo, bueno no sé qué decir—Dije sin demasiado entusiasmo.

En el instituto hay diversidad de profesores, aquellos viejos, gruñones, sin ninguna chispa al momento de explicar con su discurso apagado y las pupilas decaídas, quizás del aburrimiento en brindarnos las clases o problemas familiares afectaban su estado de ánimo. Otros estrictos y demasiado duros con los trabajos y tareas, malos al impartir la clase o los que si eran muy buenos y serios con su trabajo. Por último los divertidos aunque nadie como la profesora Samanta formaba parte en ese lista, se consideraba la más joven aparentemente con una edad de 30 años, atractiva con su melena larga y rubia, las curvas de su cuerpo la hacían ver como una chica de nuestra edad, tremendamente alta alcanzando 1:75, ropa que a pesar de ser formal le pegaba bien con su apariencia. Entre la lista de los profesores favoritos ella ocupaba el primer lugar y no era de menos que todos desearan asistir a sus clases.

La otra cara de la chica NerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora