Capítulo 9

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— ¿Y ahora que voy hacer? —Replique exasperada y furiosa.

A través del reflejo del espejo observe que alguien abría la puerta del baño, por unos instantes me quede tendida sin moverse y abandonando mi respiración.

—Sara—Era la profesora Samanta quien cargaba ropa y una toalla en sus manos.

Volví a respirar con alivio aunque el sentimiento no fue duradero cuando la note sin los anteojos puestos. Intente bajar la vista pero ya era tarde, otra vez me sentí rara y extrañamente atraída por ella.

—Profesora ¿Por qué no se ha puesto los anteojos? —Solté sin tener la voluntad de controlar mi paladar.

—No creí necesario ponérmelos—Su vista paso arriba contemplando mi cuero cabelludo y las orillas de mi cabello—Veo que no has podido quitarte la pintura de encima, te ayudare y así será más fácil, ahora te pediré que agaches tu cabeza.

Mi rostro se movió solo asintiendo y me agache a la altura de la llave usando los codos como soporte sobre la repisa del lavabo, antes de acercarse mire de reojo como la profesora cerraba la puerta del baño con seguro y luego caminar hacia mí dejando las cosas a un lado.

— ¿Por qué hace esto? —Cuestione esta vez con la voluntad y el poder en mis palabras.

—Porque eres mi alumna, ver lo que te hicieron en tu cabello me inquieta un poco, ahora quiero que te quedes quieta—Su mano paso a tocar mis cabellos y subir más arriba, lo deduje por la forma en que las yemas de sus dedos pasaban sobre ellos y enterrando sus manos al punto de mis raíces hizo que me preocupara—Te noto tensa, tranquilízate—Cada palabra que ella comunicaba alentaba a que mi cuerpo se relajara.

Escuche como abrió la llave del grifo y acerque la cabeza, el agua remojo mi nuca por la consistencia fresca y fría. Los dedos de la profesora pasaron por mi cuero cabelludo y mientras que con su otra mano se ocupaba quitar la pintura de mis mechones.

El silencio se prolongaba y tal parecía que ella era cuidadosa en lo que hacía, dejando que continuara fije mi vista al orificio del lavabo y vi como aquella agua mezclada con la pintura se iba despidiendo, parecía como si fuera sangre y me hubieran pateado el trasero. Sentí como los dedos de la profesora se enterraron más en mi cuero cabelludo y un leve dolor me invadió.

—Me duele profesora—Hice una mueca achicando los ojos y frunciendo las cejas.

—Lo siento—Dejo de ejercer presión y continúo deshaciéndose de la pintura—Tú tono natural en tu cabello es rojo ¿Cierto?

Deseaba poner una evasiva pero los movimientos de mi boca no ayudaban—Sí.

—Pienso que te verías más linda con tu color autentico además que va bien con tu cabello rizado—Oí como cerraba la llave del grifo y sujetaba mis mechones para exprimirnos—Ahora quédate así— tomo la toalla que había dejado a lado con la ropa y comenzó a secarme mi cabello— ¿Algún día le sacaras provecho a tu cabello y lo dejaras de nuevo rojo?

—No, creo que lo prefiero así profesora—Conteste y trague saliva.

—Bueno si yo fuera tú me lo dejaría en mi tono natural, el rubio es mi autentico color pero creo que debo de cambiarle algo, ¿Tú qué opinas?

—Pienso que está a su criterio cambiárselo, tengo malos gustos en moda.

—Oh, conque malos gustos, yo no lo creo cuando te vi en esas fotografías, parece que la ropa te pegaba muy bien—Termino de secarme el cabello.

Me erguí de nuevo y vi mi reflejo en el espejo, la pintura se había ido de mi cabello a excepción de unas partes coloridas de las orillas de mi frente—Gracias.

La otra cara de la chica NerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora