Capítulo 3

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—Gracias guapo—Le guiñe el ojo.

—Dime—Abrazo mis caderas con el único fin de reducir las distancias e introdujo su mano en el interior de mis muslos— ¿Acaso estas seduciéndome? ¿O esto es otro intento para mostrarme tus lindos encantos? —Su sonrisa, esa maldita sonrisa que muestra cada cuando quiere obtener el control.

Como detestaba ese comportamiento, preciso, desesperado y directo, no paso ni 5 minutos que empezamos a bailar en la pista y ya la tensión sexual domino el ambiente. Así como él, estaba deseosa hacerlo y a la vez me molestaba, la única razón que me llevo a detenerme fue mi falta de deseo, mi energía libidinal era escasa y este gorila ya quería todo peladito y a la boca.

—Hugo, compórtate ¿quieres? —Gruñí molesta y me separe de él.

Odiaba su egoísmo, no porque su amor propio lo segara. Es más sus gustos peculiares me importaban nada, solo repudiaba que él se llevara el mayor placer de esta ajetreada relación sin condicionamiento. También era mi culpa por actuar de esa manera. La lucha por obtener el control siempre era un problema entre los dos y ninguno cedería el poder si el otro no se cohibía.

—A veces eres una desgraciada ¿Lo sabías? —Bufo sin mucho humor.

No dije nada y solo me dedique a sonreír con aires de victoria. Había frustrado la pequeña treta de mi amigo y eso me hizo sentir mucho mejor. Para aligerar las cosas le indique volver a nuestra mesa dando el primer paso. Ninguna de las parejas en el escenario nos prestó atención y fue una fortuna que no pasara.

— ¿Por qué siempre te sales con la tuya Sara? —Se quejó con la mirada perfilada sobre mis ojos, al mismo tiempo de mostrar su indignación.

—Eso te pasa por ir con las prisas, todavía no estaba lista y tu sales con eso—Replique divertida.

—Es tu culpa, esa manera de llevarme y moldearme a tu antojo alborota mis hormonas, recuerda que no eres la única, también cuento, soy humano si acaso lo sabias—Levanto las manos a los lados y se encogió de hombros.

—Ya claro, discúlpame por interrumpir tu calentura—Mi disgusto no tardo en despreciar esa estúpida mueca divertida de su estúpido rostro—Sabes bien que no eres el único que tiene el derecho de conseguir su placer personal.

—No tengo la culpa que te tardes—Se mofo con tal altanería—Quizás sea tiempo que pruebes algo nuevo bonita.

—Solo dices estupideces—Escupí con alevosía y fastidio—Y para castigarte te quedaras sin sexo por dos semanas.

— ¿Crees que eso me interesa? Puedo hallar a otra persona que pueda complacerme—Contesto con fingida desilusión y desconcierto—Aquí hay bastantes chicas para satisfacerme—Señalo con ambos pulgares levantándolos sobre sus hombros.

Gruñí disgustada—Eres un idiota pero está bien, haz lo que te apetezca—Me levante de la mesa y antes de irme lo volví a mirar ya con más calma—Antes de irme, hay algo que quiero decirte, admito que tienes razón y acabo de reflexionarlo...

Su cara se arrugo con el ceño fruncido, quizás porque no tenía idea de mi punto, decírselo sería un Turn for what.

—Tus trucos ya no son suficientes para estimularme—Continúe—Como has dicho, necesito que otra persona llene esos huecos que tú dejaste. En verdad gracias por el consejo Hugo, me ha servido de mucho—Sonreí triunfante cuando sus gestos cambiaron de divertidos a unos llenos de fastidio, luego escuche como gruñía de molestia.

Satisfecha de su reacción fue como salí del lugar con aire alegre. Le había dado donde más le dolía y eso era causa de risa. Me reí en la calle y poco me importo si los espectadores me creían una lunática. Ya cuando llegue en la calle principal mi arrogancia y risas se desvanecieron, fui una completa idiota al dejar a mi amigo en ese lugar. Amigo porque estas discusiones entre ambos eran muy comunes, un par de días con rabietas y los disgustos para que luego volviéramos a la reconciliación.

La otra cara de la chica NerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora