Capítulo 10

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—No tienes que ponerte así, primero quiero que te tranquilices—Hablo de forma relajada y tranquila lo que hizo que me enfureciera más.

— ¡¿Cómo esperas que me calme?!—Grite exasperada y alterada—Me besas en la calle, luego me inyectas una sustancia que desconozco y termino despertándome aquí, no sé si esta sea tu casa o no pero exijo que me entregues esas llaves si no quieres ver ese lado malo de mí.

—Estas en mi casa y no puedo dejarte ir aun, ¿Dime cómo te sientes? —Me estudio con la mirada de arriba abajo.

— ¿Qué cómo me siento? —Me reí de la ironía de su pregunta— ¿Tú cómo crees que me siento? Despertar aquí sabiendo que me has inyectado algo raro en mi cuerpo, sí que es fantástico—Aquí puse mi sarcasmo y enojo—Dime ¿Qué fue lo que introdujiste en mí?

—No te lo puedo decir—Contesto de forma impasible y miro el reloj de su mano— ¿Estás comenzando a sentir debilidad, mareos o nauseas?

—Por supuesto que...—No concluí con la frase, mi cuerpo lo sentía pesado y cansado, incluso los escalofríos me invadieron y me fui de frente.

Con un movimiento ágil y veloz Valeria alcanzo a interceptar mi caída sosteniéndome—Los síntomas se han puesto peores al alterarte de esa forma Hobbit—Su voz juguetona y de chica bravucona volvió, luego me levanto entre sus brazos acomodándome en la cama de nuevo.

— ¿Qué me hiciste? —Apenas pude cuestionar con la voz, todo me daba vueltas y los escalofríos abordaron cada rincón de mí.

—Parte de lo que te inyecte tiene que ver, también la pérdida de sangre te ha dejado así—Su mano se posiciono en mi frente.

Como reflejo tome su muñeca y la aparte de mí aun con la escases de mis fuerzas— ¿Perdida de sangré? —Apenas pronuncie y los parpados comenzaron a sentirse pesados.

—Te he drenado un litro, lo suficiente para que pudiera trabajar bien tu organismo, estarás bien en un rato, por eso te he pedido que descansaras, ¿Me puedes soltar?

—No, dame esas llaves y déjame ir—Respiraba con dificultad.

—Lo haré en cuanto te recuperes—Su otra mano intercepto mi muñeca que sostenía y se libró de mi agarre—No es mi intención retenerte aquí, esto es lo último que veras de mi Sara—Acerco mi mano a su mejilla—Ahora tengo tu sangre en mis venas y en cuanto a la profesora Samanta, ya no te molestara más.

— ¿La profesora? —Cuestione confundida, mis pensamientos no eran muy organizados y elaborados en este estado— ¿Qué pasa con ella?

—Nada Hobbit, no pasa nada—Alejo la palma de mi mano de su mejilla y la tendió sobre la cama—Duerme ahora, cuando despiertes todo volverá a la normalidad.

Mi vista se nublo y los ojos verdes y llenos de brillo de Valeria fue lo último que vi antes de caer en el estado inconsciente. Cuando me había despertado ya me encontraba en la sala de mi casa, totalmente desorientada de lo que paso y me senté recargándome con el respaldo, lo único que recuerdo fue que estaba rodeada de cuadros Victorianos en la casa de Valeria, no comprendía quien me había traído, posiblemente fue ella y lo más extraño fuera que mi madre jamás se percatara, a no ser que usara mis propias llaves de mi puerta y de esa forma entrar cuando mi madre estuviera centrándose en el trabajo, una cosa si tenía conocimiento de todo esto, Valeria sabía dónde vivía.

Tanto misterio me desconcertaba y más sobre ella, también la sustancia que me había inyectado. Por reflejo me levante del sofá y salí de la casa rumbo a la escuela, en la calle mire como el ocaso se reflejándose en el punto más alto del cielo, al llegar a la escuela entre y me dirigí con la única persona que podría auxiliarme en todo, Lara quien más si no ella.

La otra cara de la chica NerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora