to keep me

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—¡Camila! —escuché la voz de mi madre, salí de mi cuarto y bajé las escaleras—. ¡Tienes visita!

Fruncí el ceño, pues eso era extraño, sólo Alondra y Dinah sabían dónde vivía, y a ambas las había visto en esta semana, así que no había motivos para que vinieran a verme.

Llegué a la puerta—. ¿Quién? —a modo de respuesta, mi madre se hizo a un lado y me permitió observar a la chica de ojos verdes luciendo casual—. ¿Tú? —salí de la casa y cerré la puerta atrás de mí.

Apartó la mirada—. Aléjate de mí.

Elevé mis cejas—. ¿Qué?

—Ya no me hables.

—¿Eres bipolar o algo? Tú me buscaste.

Rodó los ojos—. No vine a buscarte para que seamos amigas por siempre, genio, vine a buscarte para decirte que ya no me busques. —analicé su rostro por unos minutos, ni siquiera entendía porqué, pero me parecía que mentía.

—¿Por qué? —bufó, sus ojos se encontraron con los míos y luego volvió a apartar la mirada.

—Me caes mal.

Reí—. Ya, ¿qué pasó? ¿Tienes cinco años? —caminé por nuestro pasto a la rejilla de la entrada, la moví y salí por completo de la casa. Caminé por la banqueta sin dirección, sabíendo que me seguiría, metí mi mano a mi bolsillo y encontré solamente mi encendedor, no había traído mi cajetilla. Mierda.

La sentí alcanzarme—. Sólo no me busques.

—Acompañame por cigarros —pedí—. Hay una tienda cerca de aquí.

Tomó mi brazo—. No.

Fruncí las cejas, suspiré y me dispuse a enfrentarla—. Hay algo en ti que me dice que no quieres que te deje de hablar. —me iba a responder pero la interrumpí—. Me voy a alejar cuando yo quiera, no cuando tú me digas.

Su expresión se tornó sorprendida, tal vez no estaba acostumbrada a que alguien no hicíera lo que ella quería.

Me solté de su agarré y me encaminé a la tienda, pocos segundos después escuché pasos tras de mí, volteé para asegurarme que era ella y no me sorprendí, una parte de mí sabía que no me iba a seguir, así que cuando no la ví, simplemente suspiré.

[...]

Llegué a la escuela un poco temprano, me dirigí a mi salón y vi a la estúpida sentada en el piso, tenía los ojos cerrados, creí que estaba dormida, pero resultó que no, ya que cuando puse el marcador en su cara abrió los ojos.

—Tan estúpida.

Terminé mi dibujo y me levanté rápidamente del piso, estaba por correr cuando sentí su mano impidiendo hacerlo.

—Déjame —pedí con una pequeña sonrisa.

Hizo una cara de pocos amigos—. "Te voy a dejar cuando yo quiera, no cuando tú me digas" —me arremedó, después jaló mi pierna, haciendome caer a su lado—. Karma. —le enseñé el dedo medio—. ¿Por qué mierda existes?

Fruncí el ceño—. ¿Qué? —me empujó levemente.

—Odio que existas. —apartó la mirada. Lamí mis labios, acababa de pensar en lo bien que sabrían sus labios; quería besarla—. Deja de babear.

Mordí mi labio inferior—. ¿Babear por ti? Jamás, estúpida. —joder, me molestaba mucho cuando mis pensamientos me contradecían, me comencé a levantar cuando sentí su mano tomarme de la muñeca y por instinto, me detuve.

—¿Segura? —con su otra mano tomó mi mandíbula, obligándome a verla—. ¿Entiendes ahora?

Me confundí—. ¿Entender qué? —se acercó a mi oído.

—Por qué quiero que te alejes de mí —susurró, logrando que me estremecíera—. No es sano para ninguna de las dos. —mordió leve el lóbulo de mi oreja, y yo en respuesta, mordí más fuerte mi labio. Luego su rostro estaba frente a mí, luciendo perfecto, sin ninguna expresión. Se acercó más, para que creyera que me iba a besar, pero al final sólo dejó un beso en mi mejilla, se levantó y no supe a dónde se fue, ya que no entró a clases. Mierda.

Who Are You In The Dark? | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora