in the day

2.4K 202 20
                                    


—¿Lauren? —me incorporé en la cama, ella no se movió.

—¿Mm?

—¿Quién era la señora con la que estabas discutiendo? —pregunté logrando que abríera los ojos.

Tardó unos segundos antes de responder—. Es la nueva novia de mi papá.

Asentí—. ¿Y el hombre? ¿Es tu padre? —se sentó en la cama también, luego negó con la cabeza.

—El hermano de mi papá. —suspiró—. Son unos idiotas.

Elevé una ceja—. ¿Por?

Su mirada se fue a la ventana—. Sólo les interesa el dinero.

Hice una mueca—. No es por meterme o algo, pero no creo que ella tenga el derecho de regañarte.

Asintió—. Es una estúpida. —hizo una expresión que me dio a entender que seguiría hablando—. Siempre quiere que amenace a Dinah con no decirle a mi padre de la doble vida de mi madre.

Fruncí el ceño—. ¿Por qué le importaría?

—Cree que cuando mi papá de entere de que mi madre tuvo una hija, le dará parte de la herencia o se hará cargo de Dinah —aseguró—. Es estúpido, porque mi padre no tendría porqué darle dinero a Dinah.

Asentí—. No tienen nada que ver.

Negó—. Pero me gustaría que mi padre lo hiciera, por eso cuando Dinah me preguntó le conté todo.

Sentí algo extraño en mi garganta—. Jamás la has amenazado.

Agachó la mirada—. No.

—Pese a que eso te causa problemas a ti. —creo que me sentía un poco culpable, pues había estado siendo muy dura con la ojiverde la mayoría de las veces y tal vez a veces empeoraba su día o su estado de ánimo. No era justo, porque aparte de toda la mierda que vivía a diario, también a veces recibía mi mierda. No me refería al golpe que le había dado, pues ese se lo había ganado y no sentía remordimiento—. Lo siento.

Elevó sus ojos hasta los mios con clara confusión—. ¿Por qué te disculpas?

Me encogí de hombros—. No lo sé, a veces te trato mal cuando me buscas y sé que lo haces porque soy lo más parecido a una amiga que puedes tener.

Su rostro se tornó inexpresivo—. No necesito que me tengas lastima.

—No te tengo lastima, es sólo una disculpa po- —me interrumpió.

—Jamás te disculpes por ser como eres. Es estúpido. —tomó mi mano—. Además, me agrada un poco tu personalidad, me distraes aunque no te lo pida. —estoy segura de que mis ojos brillaron, por lo que agregó en tono bromista—: sólo un poco, no te emociones.

Sonreí de lado—. ¿Por ti? Jamás.

Jalo mi mano para acercarme un poco más a ella. Demonios, eso era peligroso—. ¿Segura? —mis ojos bajaron a sus carnosos y rosados labios.

Asentí—. Muy.

Rio—. No pareces. —se acercó un poco más.

—Lo estoy.

—¿Quieres ver que no? —asentí, sabía que no era capaz de besarme, su miedo o lo que sea que fuera era más grande, además, si hacía algo, no pasaría de un beso de media luna, por lo que no corría riesgo—. ¿Segura?

—Sí, Lauren, pruébate que no me emocionas. —volvió a sonreir y dejé de sentir su mano en la mía para sentirla en mi rostro, exactamente en mi mentón para asegurarse de que me tenía—. ¿Es todo?

Soltó otra risa un poco más ronca y luego sentí su otra mano subíendo por mi pierna hasta mi entrepierna—. ¿Ahora estás segura? —preguntó acercando sus labios a mi oído. Asentí. Atrapó el lóbulo de mi oreja entre sus labios, mordisqueó y jugueteó con él al tiempo que su mano se dirigía al botón de mis jeans. Después sentí sus labios bajar hasta mi cuello, los presionó ahí sin moverlos, sólo para que sentíera su respiración un poco pesada. Y cuando estaba por moverme y comenzar algo de lo que probablemente me arrepentiría, mi madre abrió la puerta del cuarto, logrando que nos alejáramos la una de la otra.

Who Are You In The Dark? | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora