Tamales

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Enero estaba pasando, rápido, brutal... y sinceramente, algo aburrido, desde que Hiro se había marchado, no habían sucedido cosas emocionantes, Baymax seguía dando sus cuidados a la mayor de la familia Rivera, los menores de la familia ya habían regresado a clase, y los adultos volvían a su rutina en la empresa familiar.

Hiro por su parte estaba bastante ocupado, aburrido pero ocupado, debía de recuperar las clases que había perdido por su viaje, desafortunadamente no estaba en el equipo que se encargaría de analizar el libro, ya que este se había enviado a la división de Ciencias Forenses de la Universidad.

Afortunadamente esta división era patrocinada mayormente por las industrias Krei así que podía obtener la información de primera mano, aunque Hiro no podía participar directamente debía tratar que el equipo encargado notara lo que él ya sabía.

¿Pero cómo?, en teoría no debería de haber problemas, ellos deberían de darse cuenta por si mismos, a menos que solo se concentraran en verificar la autenticidad sin fijarse en el contenido en sí, no podía dejarlo al azar, debía asegurarse que se dieran cuenta.

El mexicano y Nipón/Americano conversaban seguido, no todos los días pero bastante seguido, uno pensaría que hablaban de cómo iba el análisis o cuando tendrían resultados, pero nada más alejado de la realidad.

Hablaban de cómo les iba en los estudios, preguntaban por la familia y amigos, platicaban de lo que habían hecho en durante el día, hablaban de todo y nada siempre dejando el tema del libro a un segundo plano.

Miguel ocasionalmente iba al laboratorio que aún se encontraba a las afueras del pueblo, solo pasaba por fuera, Hiro era el único que tenía acceso al mismo, eso lo había comprobado la temporada que Hiro se había comportado distante.

Hiro tendía a desvelarse mucho, después de hablar con Miguel pensaba maneras de persuadir al equipo forense de seguir su voluntad para finalmente hacer sus deberes escolares, usualmente se despertaba apenas a tiempo de ir a la escuela, pero una mañana algo lo obligo a salir de la cama, ese aroma, hacía que se le abriera el apetito, ¿seria?, no podría ser, imposible.

C- Hola Hiro, buenos días, es hora de desayunar, hoy hay tamales y champurrado- decía su tía mientras le servía algo del humeante manjar mexicano

H- Pero ¿Cómo?

C-Le pedí sus recetas a la señora... digo doña Elena, estaba delicioso todo, y le pedí permiso para venderlo en el café

H- Vaya tía no pierdes la oportunidad ¿eh?

C- Es como decía Tadashi, debemos ver las cosas desde otro ángulo

H- Si, así es- dijo en un tono melancólico más no triste

Hiro tomo asiento, era raro, hacía tiempo que no desayunaba junto a su tía, un plato con dos tamales se posó frente al chico junto con una taza de champurrado, el chico abrió el tamal rápidamente y se dispuso a comer.

Recordó la primera vez que había comido o había intentado comer un tamal, fue durante su primera noche en la casa Rivera, no tenía idea de cómo se debía comer, intento morderlo pero el exterior era muy duro y poco apetecible, estuvo a punto de dejarlo de lado de no haber sido por Miguel, este le ayudo a quitar las hojas de maíz liberando el suculento manjar.

Hiro probó su primer bocado, era increíble, el sabor, la textura, el aroma que emitían, eran iguales a los de la abuela Elena, aún estaban calientes pero no importaba, una quemadura bien valía la pena, tomo el champurrado, estaba excelente justo como lo recordaba, tía Cass era una maestra de la cocina.

Hiro probó su primer bocado, era increíble, el sabor, la textura, el aroma que emitían, eran iguales a los de la abuela Elena, aún estaban calientes pero no importaba, una quemadura bien valía la pena, tomo el champurrado, estaba excelente justo c...

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Anomalía [Higuel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora